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Off the record

Mateo Alemany, hasta el final

Mateo Alemany, hasta el final

Yel final no es el CSD ni el TAD. El final es plantearse retirar al equipo si no se mantiene el actual formato de competición. Con un único rival: el Barça. Que vaya a Arabia Saudí en enero el Betis, el Getafe o el club que diga el señor Rubiales. El Real Madrid, eso sí, que no falte. No vaya a ser que la bolsa final se desinfle en varios millones de euros.

A la vista de las formas de la RFEF, de su falta de empatía, de su escandalosa arbitrariedad para saltarse a la torera sus propias normas, lo que está en juego aquí es el respeto por uno mismo. El respeto tiene mucho más valor que un trofeo nacional o tres millones de euros -en el mejor de los casos-.

En la UEFA, que no son perfectos pero algo de seriedad aún tienen, están definidos desde hace ocho meses fecha y escenario de la Supercopa de Europa. 14 de agosto de 2019 en Estambul. Campeón de Champions y Europa League pueden, por tanto, planificar en base a ello. ¿Se imaginan que ahora, de repente, Ceferin o Infantino determinan que, en lugar de a un partido, se juegue un cuadrangular en Sidney en febrero? Seguro que no. Pues esto es lo mismo.

Aquí, en cambio, con la competición a punto de finalizar, la asamblea aprobó ayer un nuevo formato de Supercopa de España repleto de lagunas y arbitrariedades. Un sistema de competición incapaz de determinar -a día de hoy- cuáles serían los emparejamientos de unas hipotéticas semifinales. Atraído por el aroma de los petrodólares, el señor que dirige los destinos de la RFEF pretende imponer unas reglas del juego que atentan contra los méritos deportivos que el Valencia ha contraído desde que disputó la primera ronda de Copa contra el Ebro el pasado 30 de octubre.

Contagiado por las formas de su antagonista Javier Tebas, Rubiales no ha gestionado el asunto de la modificación de las normas con la inteligencia y la sensibilidad que exige la situación. En lugar de buscar un acuerdo previo con clubes a los que perjudica de forma obvia como el Valencia, el máximo organismo federativo ha optado, primero, por la filtración interesada de datos y, después, viendo que Mateo Alemany no doblaba, por tratar de comprar voluntades aumentando el caché del murciélago.

Hay que tenerlos muy bien puestos para retirar al equipo de la competición. Pero el avasallamiento y la humillación de las últimas semanas legitima al club a llegar hasta el final. Han convertido la Supercopa de España en un cuadrangular veraniego con tufo a bolo. Con su pan se lo coman.

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