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Off the record

El corazón de Gayà

Cuando vengan mal dadas el jueves, que vendrán, será uno de los que no se arrugará. Pueden jurarlo.

José Luis Gayà realiza un control acrobático. JOSE JORDAN / AFP

No podía ser de otra forma. Aunque la madrugada del jueves al viernes fue eterna e insomne, con decenas de herejes amagando la bajada del carro, aquí seguimos todos, con la ansiedad propia del que pretende apresurar al tiempo. Es martes y parece que el partido de vuelta contra el Arsenal no va a llegar nunca. Así de intrincado es ser del Valencia. Y así de apasionante, para qué vamos a engañarnos.

El rotundo triunfo del pasado domingo ante el Huesca, eso sí, ha vuelto a dibujar una tímida sonrisa en el entorno. Incluso los más descreídos tras el descalabro en el barrio de Holloway empiezan a musitar -con la boca pequeña- que la remontada es posible. Y tanto que lo es.

Ahora bien, además de fútbol y goles, para voltear la eliminatoria de semifinales de la Europa League, el equipo de Mestalla necesitará intangibles. Uno de ellos tiene que ver con el alma, el carácter, la personalidad dentro del campo. Una parcela en la que Marcelino se ha encontrado esta temporada con la contribución inestimable de José Luis Gayà.

Valencianista de cuna, literalmente, de los que crecen y sueñan entre sábanas estampadas con el escudo del murciélago y las barras azules, rojas y amarillas, el lateral de Pedreguer ha mutado en zaguero de los de antes. Mejor posicionado, contundente en los duelos, atento en las coberturas, su temporada roza el sobresaliente, a pesar de verse inmortalizado en la instantánea de dos de los últimos goles encajados en el Wanda y el Emirates.

Sentirse importante para Marcelino, consolidado además como principal alternativa a Jordi Alba en la selección española, ha hecho que Gayà crezca también dentro del vestuario. Responsable y autocrítico a la hora de dar la cara después de varios empates y alguna derrota, fue José Luis -que cumplirá 24 años el día de la final de Copa contra el Barça- quien no se amilanó ante Cristiano o Fellaini en Champions. También fue el que plantó a cara Canales y Eder Sarabia cuando el asistente de Setién montaba su habitual circo en la banda en plena semifinal copera ante el Betis.

Cuando vengan mal dadas el jueves, que vendrán, será uno de los que no se arrugará. Pueden jurarlo. En una plantilla sin el peso específico de líderes como Cañizares, Albelda, Ayala o Baraja, es una bendición que futbolistas como el que nos ocupa den un paso adelante emulando a los ídolos de aquella época en la que fuimos reyes. Hay que creer en este equipo. Jugadores como Gayà se lo han ganado.

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