El Valencia CF es un campeón de ley. Gobernó el partido mientras Parejo estuvo en el campo y resistió como un jabato cuando el capitán hubo de retirarse lesionado. La octava Copa del Valencia es la Copa del pueblo. Pertenece a todos: a la gente que tanta paciencia tuvo en con el equipo en la primera vuelta; al entrenador, tan tenaz en sus ideas hasta el final; y, por supuesto, a los jugadores, fieles al técnico y a la historia de este club Centenario. Esta Copa del Rey no puede ser más justa con un equipo: vale por los 100 años de la historia del club. Vale por todas las generaciones de valencianistas que transmitieron sus sentimientos de padres a hijos; de abuelos a nietos. La hinchada de Mestalla ya había goleado a la azulgrana antes, durante y después del partido. ¿Qué podían sentir Kempes y Baraja, en las gradas del Villamarín, cuando vieron desplegarse una sábana gigante con sus imágenes en la grada visitante?

Marcelino apostó, como no podía ser de otra manera, por el 4-4-2 que le ha llevado hasta aquí. Valverde, en cambio, cambió toda la estructura para maquillar la baja de Luis Suárez. El calor era sofocante en las gradas y en el césped debía ser un horno. El balón repelió al VCF en los primeros minutos hasta que recayó en Parejo. ¡Oh gran capitán, qué primera parte! Parejo se quitó de encima cuatro rivales con una frialdad estremecedora. Entregó a Soler y el pase de este lo cortó Lenglet hacia el centro. Llegaba solo Rodrigo Moreno. El delantero hispano-brasileño tuvo regateó a Cillessen, pero se escoró y el tiro le salió flojo. Lo sacó Piqué en la línea de gol.

Guedes se sacrificó en defensa. Y Carlos Soler, muy maduro toda la noche. En un ataque largo del VCF adivinen quién encontró el hueco. Gabriel Paulista, el menos dotado para el pase, descubrió el desmarque de Gayà por el extremo izquierdo. El de Pedreguer atisbó el área y eligió la mejor opción: Gameiro entraba desde la frontal. El francés paró, templó y envió a un tirazo a gol.

El tanto espoleó a la hinchada y al equipo. «Esta es la afició d'un València campeó», bramó la grada. La primera parte de Parejo fue memorable. La controló como quiso. Recuperó media docena de balones y no perdió ni uno. Lo aguantó contra viento y marea. Y lo repartió con un gusto exquisito. Esta vez a Coquelin, que lanzó a Carlos Soler. El Villamarín iba a vivir un momento de emoción indescriptible. El esprint de Carlos Soler, en una carrera de extremo de toda la vida, superó al velocista Jordi Alba. El centro medido del valenciano lo cabeceó picado desde la línea de gol Rodrigo.

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Final Copa del Rey 2019: Celebración a pie de campo

El bloque medio del que hablaba Carlos Soler estaba funcionando. El equipo se defendía unos 10 metros por delante de su área con voracidad e inteligencia, dosificando los esfuerzos. Solo al final del primer tiempo perdió algo de vigor defensivo y obligó a participar a Jaume con sendas paradas a Messi y a Rakitic. Grande Jaume, ¡qué personalidad el portero de Almenara!

Vidal perdonó al rematar alto tras una genialidad de Messi al palo. Los minutos pasaron como horas. Malcom dio problemas a Gayà, amonestado. La ovación de la grada a Parejo, retirado como un héroe herido, conmovió el Villamarín. Gameiro, un partido mayúsculo, fue reemplazado por Piccini. Un minuto después llegó el gol de Messi en un balón muerto tras el remate de cabeza de Lenglet palo. Huérfanos de Parejo, Coquelin se dejó la vida en cada tackle. Guedes perdió dos ocasiones clarísimas de rematar la Copa, pero no impotó nada.

El campeón era el Valencia, un campeón que vale por 100.

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F.C. Barcelona-Valencia CF