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El rey de copas, destronado

El rey de copas, destronado

No era novedad que el Barcelona pretendiera manejar el balón desde el comienzo del partido. Tampoco era novedad que el Valencia se adelantara con dos goles a favor. El Papa Francisco, socio del San Lorenzo de Almagro, dijo horas antes que nunca debemos olvidar que el fútbol es un juego. Y añadió que es el más bello espectáculo deportivo. El Valencia pretendió desde el comienzo hacer de su juego, la fórmula la más adecuada para llegar a la meta de la victoria. Cada equipo se dedicó a practicar lo que cree más conveniente y mientras los azulgrana se obsesionaron con dominar, los valencianistas buscaron el contragolpe, la salida inesperada para batir a Cillesen. El equipo valenciano se ciñó a su modelo. Salió a disputar el triunfo basándose en la teoría de que el fútbol es un juego que no hay que jugarlo a ciegas.

Templanza, solidaridad en labores defensivas y rapidez en las contras hicieron que el partido se decantara casi inesperadamente aunque el favorito era el Barça. Dijo Marcelino que todos los entrenadores saben que hay que parar a Messi, pero no se sabe cómo hacerlo. No tuvo el argentino un marcaje al estilo Mangriñán, pero tampoco se le cedió un metro de ventaja. Cuando logró rematar en la portería estaba Jaume, que no dejaba sentir la ausencia del guardameta titular lo que si era evidente en el caso barcelonés porque entre Cillesen y Ter Stegen hay notoria diferencia. El gol que marcó fue en intervención casi casual.

El primer aviso fue una oportunidad de gol clarísima que Rodrigo supo rematar. Salvo Piqué debajo del larguero y ello evidenció que los defensores azulgrana no podían con ceder un palmo de terreno en las carreras hacia su área. Paulista lanzó un pase que Gayá convirtió en jugada de gol y en ello convirtió Gameiro. La segunda ocasión fue parecída y esta vez quien centró magníficamente fue Carlos Soler, que le ganó la carrera a Jordi Alba, y Rodrigo esta vez no marró.

Hubo que sufrir hasta el final y hasta se padeció la lesión de Parejo que recordó a la de Asensi en el 52, pero ahora hay sustituciones. El Valencia tuvo que luchar épicamente hasta el final porque el Barça se lanzó a la desesperada en busca del empate. En esos instantes finales Guedes tuvo dos oportunidades para rematar la faena, pero no anduvo acertado.

Los cambios barcelonistas fueron efectivos y por la banda derecha con Malcom, Gayá tuvo trabajo intensivo. El Valencia hizo derroche de sacrificio de defensa de un titulo que es el final de una temporada que se temió azarosa y ha terminado con semifinales en Liga Europa, clasificación para la Liga de Campeones y campeón de Copa.

La final no habría sido frustración para el Valencia de haber sufrido la derrota. Sí ha sido grave moralmente para el conjunto barcelonés que no ha curado la herida de Liverpool, que se le ha gangrenado. Messi cantó la palinodia. Fue brindis al sol. El Rey de copas, destronado.

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