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A dos toques

Veinte años esperando el rugido

Vendrá todo rodado como en aquel día mágico de La Cartuja. O todo en contra desde el principio como un año después en París

Final Copa del Rey 2019: Ambiente valencianista en Sevilla

Final Copa del Rey 2019: Ambiente valencianista en Sevilla

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Final Copa del Rey 2019: Ambiente valencianista en Sevilla Cayetano Ros

No hay nada comparable en el fútbol al rugido de tu afición en un campo neutral de una final de Copa. Lo supimos muchos por primera vez hace 20 años en Sevilla y lo sentirán otros tantos hoy en la misma capital andaluza, también por primera vez. A eso hemos venido. Los dados del juego marcarán el desenlace. Vendrá todo rodado como en aquel día mágico de La Cartuja. O todo en contra desde el principio como un año después en París. Tal vez se mantenga la insoportable tensión hasta el final de la maldición de Milán.

Todo pasa por Messi, coinciden los expertos. Y no es cierto. Pasa por Jaume y ese entusiasmo incontenible que tocará el balón en el despeje de puños o dará un puñetazo al aire del Villamarín. Pasa por Paulista en su agresividad intimidatoria y controlada o bien autodestructiva. Pasa por el latido de Parejo para dominar el tiempo y el espacio por delante de los rakitics, arthurs y busquets. Pasa por la alegría del hincha Carlos Soler, enrachado hacia su tercer partido marcando, esta vez en la cima. Pasa por Guedes y su látigo a veces mortal con el rival y a veces atropellado. Pasa por la media vuelta de Rodrigo a las puertas del cielo o a los brazos de Cillessen. Pasa por la rebelión de Santi Mina, por encima de sus limitaciones físicas y técnicas, vencedor inesperado. Y pasa por la lucidez y valentía de Marcelino para atrapar el primer título de su maratoniana carrera como entrenador. Lo saben los futbolistas. Los millones de alternativas de un partido no dependen de un solo jugador, ni siquiera de Messi.

El deseo a veces puede con todo. Para el aficionado culé (30 títulos y cuatro Copas consecutivas), la final de esta noche será un día más en la oficina. Para el valencianista, 20 años esperando el rugido.

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