La Copa del Rey de 2019 no se recordará únicamente por la foto de los campeones. En la memoria perdurará la tremenda demostración de fuerza festiva desplegada por el valencianismo, superior en número de aficionados y en entusiasmo al FC Barcelona. Desde primera hora de la mañana, el centro de Sevilla fue ocupado masivamente por los seguidores blanquinegros, ruidosos tanto en los cánticos como en los kilos de pólvora detonados. La prohibición expresa de la Policía, anunciada con suficiente antelación, no fue tomada en consideración y las tracas y masclets fueron una constante, pese al sofocante calor, en cada plaza, en cada esquina.

Mientras que la afición del Barcelona reservaba fuerzas, acostumbrada a la rutina de finales de todo tipo y con el enfado de Anfield todavía humeante, el pueblo de Mestalla iba con todo, en la ciudad y en la Fan Zone. El repertorio fue el clásico. Con «La manta al coll» elevada a «You'll never walk alone» patrio y un cántico, «Sevilla és blanc-i-negra», al que se añadían los aficionados locales, mayoritariamente béticos, que se volcaron de forma incondicional con el Valencia. Mil escenas más allá de un resultado.