La Copa del Rey ha proyectado la carrera como entrenador de Marcelino García Toral. El técnico asturiano, de 53 años, gozaba de un prestigio sólido, labrado en dos décadas de trayectoria con éxitos en todos los equipos, en los que se repetía una constante: transformaciones en muy corto plazo de cada club, con ascensos que desembocaban en participaciones europeas (Recreativo, Villarreal) o la regeneración de un Valencia colapsado en la involución del bienio 2015-2017. Sin embargo, todo juicio a la capacidad de Marcelino quedaba condicionado a una etiqueta, a una fama: Marcelino no gana a los equipos grandes, ni conquista títulos.

«Ya no me podréis hacer esa pregunta de que Marcelino lleva 18 partidos sin ganar al Barcelona», aseguraba triunfador el técnico en la sala de prensa del Villamarín. Su carrera toma ahora una nueva dimensión. De haber salvado la continuidad en el momento más bajo, con el escudo de Mateu Alemany, la grada y un equipo que no dejó de creer, su nombre salta a la nómina de entrenadores europeos emergentes. Le acompaña el contexto cultural en el fútbol continental, en el que el gusto por la presión y las transiciones vertiginosas, con Jürgen Klopp a la cabeza, está compitiendo al juego de posesión impulsado desde hace una década por los éxitos de Guardiola.

En este sentido, el éxito en la Copa, ante el rival contra el que ha sido y con la eficacia con la que se ha logrado, ha aumentado el cartel de Marcelino en el panorama internacional. Su nombre ya era conocido, cuando antes de fichar por el Valencia, llegase a apalabrar su incorporación al Inter de Milán. Marcelino cuenta con un año más de contrato y su posición ante Peter Lim en el club, en el que ya gozaba de casi plenos poderes, aumentará en influencia. El perfil bajo de Pablo Longoria ayuda a esa realidad que le aproxima cada vez más al modelo «manager» de la Premier League.

La constancia y la defensa firme en un ideario, el del 4-4-2, apenas rectificado, es otro de los triunfos de Marcelino. Al técnico se le abre la posibilidad de evolucionar el proyecto del Valencia, con la asignatura pendiente de prosperar en la Liga de Campeones, tras haber quedado eliminado a las primeras de cambio en la fase de grupos. Contará con una plantilla que experimentará ajustes pero con una juventud y calidad para seguir creciendo.