Tras un día de mucha tensión en la sede del Valencia CF, el director general del club, Mateu y Alemany, y el presidente, Anil Murthy, aplazaron a hoy la toma de una decisión sobre la marcha o no del primero por sus desavenencias con el máximo accionista de la entidad, Peter Lim. Durante las más de 5 horas de reunión que mantuvieron en las oficinas, Murthy intentó frenar el adiós del hombre que ha devuelto el equilibrio al Valencia CF desde su llegada en marzo de 2017. El primer asalto terminó sin más novedades, lo que fue interpretado como una buena noticia dentro de la crítica situación que vive el valencianismo. La posibilidad de que continué es lejana, pero al menos existe. Si se confirma hoy la marcha de Alemany, así como la del director del área técnica, Pablo Longoria, las consecuencias pueden ser catastróficas, teniendo en cuenta que el entrenador, Marcelino García Toral, no entendería el proyecto sin Alemany en la gestión deportiva. Probablemente, también se marcharía. Y con ello, quizá, algún futbolista pediría su salida. Ahí radica el poder, ahora mismo, de Mateu Alemany: en la unión que ha creado en torno a él y al entrenador. Cultura de club de la que no entiende Lim.

Los desencuentros abiertos desde entre Alemany y Lim vienen de lejos. De enero, cuando el dueño del club tenía decidido despedir a Marcelino y el director deportivo se negó rotundamente. El tiempo le dio la razón. Justo cuando la sociedad de Mestalla ha encontrado la estabilidad y la perspectiva perdidas en los años anteriores, cuando Lim manejaba el club a su antojo, sin el asesoramiento obligado de profesionales del fútbol, el propietario ha roto la sintonía

Mateu Alemany, el hombre que ha gestionado la resurrección del equipo desde marzo de 2017, tenía ayer tomada la decisión. Nadie podía asegurar que el entrenador fuese a continuar.

Las diferencias entre Lim y el director general del Valencia CF quedaron patentes en la reunión que mantuvieron en Singapur hace dos semanas. Los desencuentros tienen nombres y apellidos: Kang In Lee, Nicolás Otamendi y Rafinha Alcántara son los tres principales puntos de disconformidad. Pero hay muchos más. Lim llevaba años proponiendo fichajes sin parar, que no pasaban el filtro técnico de la pareja Mateu-Longoria.

En las últimas semanas, Lim había ordenado a Alemany que Lee, recién nombrado mejor futbolista del Mundial sub-2o que ganó con Corea del Sur, fuese una pieza indiscutible en el equipo de esta temporada. Hay motivos mercantiles detrás de una decisión que ni el exdirector general ni Marcelino comparten. Demasiado pronto, piensan, para darle responsabilidades en el Valencia CF y preferían una cesión. Respecto a Otamendi, Lim estaba dispuesto a su regreso al equipo desde el Manchester City. Eso significaba romper el límite salarial de la plantilla, ya que pasaría a cobrar más de 6 millones de euros. Marcelino dijo «no». Mientras, Mateu Alemany tenía prácticamente cerrado el fichaje del centrocampista Rafinha, como sustituto natural de Parejo, una opción a la que el propietario de la entidad no le ha dado el visto bueno.

Mateu Alemany llegó al Valencia CF en marzo de 2017 avalado por el presidente de la Liga, Javier Tebas, quien había aconsejado a la propiedad del club que incorporase a un profesional de su calibre para reconducir el rumbo del club. Así lo hizo el exdirigente del Mallorca, que rescató al Valencia CF del agujero al que Lim le había metido con sus decisiones caprichosas. Léase los fichajes de Gary Neville o Césare Prandelli para dirigir al equipo, más allá de millonarias incorporaciones en el campo. La primera decisión de Alemany fue fichar a Marcelino, el perfil que necesitaba, pensó, para construir un conjunto fiable, equilibrado y competitivo. El resultado ha sido un éxito: el Valencia CF se clasificó para la Liga de Campeones en sus dos primeras temporadas y en la última, hace 3 meses, levantó un título 11 años después.

El abrazo del capitán, Parejo, y Mateu Alemany en el césped del Benito Villamarín, minutos después de levantar la Copa del Rey, retrata la sintonía entre el equipo y el responsable de la gestión deportiva. Una sintonía entre plantilla y la dupla Marcelino-Alemany que había quedado patente en fechas anteriores. Como el día que Parejo se dirigió al banquillo a estrujar al entrenador, después de marcar ante el Valladolid, en Mestalla.

A la unión del grupo se une la comunión de la grada con Mateu y con Marcelino. Romperla resultaría desastroso.

Los capitanes del equipo se reunieron ayer con Marcelino para conocer con más detalle la situación y le pidieron que continúe ocurra lo que ocurra hoy en las oficinas del club. Otra cosa es la decisión que tome el entrenador.