La especialidad de Maxi Gómez es convertir en oro las pelotas que le llueven al área, tanto desde el medio campo, a la espalda de los defensas, como las que le llegan a su radio de acción en el juego estático. El uruguayo, que marcó 13 goles de todas las formas y colores en Balaídos la pasada temporada, pinchó ayer en hueso. No sirve la justificación de que no le llegó el balón. No lo hizo con frecuencia, pero sí lo suficiente para un ariete de su perfil. Paradojas del fútbol, su sustituto en el Celta, el «Toro» Hernández, aprovechó la única para embocar. Y de qué manera. Abrió el marcador con un gol fabuloso: una «ruleta» de tacón en el corazón del área, en una acción que inició Iago Aspas con un baile en el balcón del área. Ese gol tiene su significado, por la historia de su autor. El «Toro» atropelló en diciembre pasado a una joven de 18 años en Montevideo, por lo que le persigue una causa penal por resolver. Dejó a la joven con graves secuelas tras arrollarla en un paso de cebra. Tuvo que pagar 50.000 euros de fianza para salir de Uruguay rumbo a España.

En el área contraria, Maxi Gómez estuvo cerca del gol en al menos 4 intentos de remate. Empezó con dos pifias: en una chutó al aire en el salto antes de que Wass recogiese la pelota y la enviase al larguero; en la otra, no metió el pie porque el defensa le tapó la visión al servicio de Gameiro. Desde la línea de banda, Marcelino se lamentaba con gestos histriónicos. «¿Pero, por qué no ha rematado?», se preguntaba.

El bajage rematador del uruguayo, cuyo fichaje por el Valencia CF se valoró en 32 millones, no fue mucho más allá en el resto el primer tiempo: una, dándose la vuelta, terminó con la pelota paseándose en horizontal en las narices del portero. Antes, se tiró en el área en un lance sin consecuencias. Resumen del primer tiempo de Maxi: dos intentos de remate y uno en dirección equivocada.

No le faltó a Maxi comunicación con sus compañeros, más que le dio tiempo a recibir en los 20 minutos que jugó la pasada semana ante la Real. El problema estuvo en el acierto. El Valencia CF transportó el balón al área. Guedes, en la izquierda, creó peligro constante cada vez que recibió la pelota y apuraba hasta la línea de fondo para buscar rematador; Wass estuvo más omnipresente que nunca. Se le vio tanto centrado desde la banda como por el centro, merodeando el gol.

Pasado el cuarto de hora del segundo tiempo, Marcelino cambió a Maxi Gómez por Rodrigo, un síntoma de la confianza que le da el brasileño pese a su anunciada marcha. Es pronto para que sea una advertencia. Es presión para que se ajuste al perfil de juego del Valencia CF.