Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Valenciastán no descansa

Valenciastán no descansa

Un aviso. Los que machaconamente razonábamos la posibilidad de un Valencia estable, los que mirábamos alrededor para justificar que eran los otros los que epíteto tras epíteto calentaban el alma de un club en resistencia, estamos en las últimas. Teníais toda la razón. El Valencia es un enorme intento infructuoso en pos del aburrimiento. Pero sus circunstancias siempre son un poco más veloces e impiden el regreso de este exilio interior. Como siempre que un Rodrigo anda suelto -de Caio a Moreno- han comenzado a suceder cosas. Ya solo nos preguntamos: ¿esto al menos desgrava?

Hace unos días señaló Marcelino en rueda de prensa -los partidos del equipo son aquello que sucede entre una intervención y otra de García Toral- que sin Rodrigo el equipo podría pasar dificultades para clasificarse para Champions. Mejor: que sin Rodrigo sería oportuno no pedir al equipo la obligatoriedad de clasificarse. El entrenador del Valencia, albricias, por fin se muestra no solo como gestor de los recursos dados sino como muñidor de la política deportiva.

Rápidamente los manufactureros de las cifras desvelaron datos relevantes con los que no podíamos dejar de contar. El Valencia quedó 35 veces entre los 4 primeros. Aparentemente en la mayoría de esas ocasiones pudo lograrlo sin Rodrigo. El Valencia también quedó 65 veces entre los 8 primeros. Unos números extraordinarios para un club obsesionado con aparentar más de lo que es pero obcecado en creerse menos de lo que supone.

En las comparecencias de Marcelino sucede que el entrenador se dirige a Lim con el burofax en marcha, lanzando avisos preventivos. Todavía en trance ante la incomprensión de cómo, si estabilizó la velocidad de un tren desenfrenado a punto de salirse de las vías, si volvió a conseguir una copa para el club, ahora la compañía le pide que quite esas manos del control y se las ceda.

La próxima vez que el Valencia se encamine a ganar una copa debería pensárselo dos veces: la penúltima vez no se celebró, en ésta la celebración ha desencadenado el impacto. Aquellos que bajo su control obraron un equipo rebajado al duodécimo puesto dos años seguidos (ya es difícil por mucho empeño que se le ponga) disponen de nuevo margen para la experimentación.

Ante los sucesos, no parece que Marcelino haya elegido el camino para la resolución del conflicto -¡de la crisis esa que se ha inventado la prensa!-. Parece más bien haber optado por la construcción de una coartada ante un hipotético desastre. ¿Le queda otra opción?

Compartir el artículo

stats