Tres meses y un día. La final de Copa del Rey conquistada por el Valencia CF ante el FC Barcelona sigue cercana en el tiempo, pero su recuerdo parece ya el de una condena. Desde que se alcanzara la cima en el Benito Villamarín el proyecto del club de Mestalla, más que impulsarse, corre serio riesgo de colapso ante la guerra interna desatada entre Peter Lim y el tándem formado por Mateu Alemany y Marcelino García Toral. Levante-EMV ha querido preguntar a nombres ilustres del valencianismo cuáles son las causas de que un club con el prestigio recobrado pueda verse inmerso, de repente, en una crisis autodestructiva.

Santiago Cañizares, guardameta de la era dorada del Valencia entre 1998 y 2008, tiene claro su diagnóstico y apunta a la injerencia de Lim en una parcela que ya funcionaba por si sola: «La crisis la provoca el máximo accionista en el momento en el que quiere tomar decisiones deportivas cuando esta parcela estaba perfectamente planificada y trabajada por Mateu Alemany y Marcelino», apunta el exguardameta y actual comentarista televisivo.

Fernando, expectante

Más cauto se muestra, en cambio, Fernando Gómez Colomer. El histórico jugador (552 partidos como valencianista entre los años 80 y 90), no cree que haya una guerra ya declarada, sino más bien una toma de posiciones por parte de Alemany y Lim ante el posicionamiento de Lim: «A la espera de que se cierre el mercado, de ver como acaban las compras y las ventas, esta situación creada es consecuencia de la reacción de Mateu Alemany y Marcelino García Toral de que no se vea cumplido su deseo de acaparar al 100% el control del proyecto», señala Fernando, que también ha ejercido de vicepresidente y director deportivo de la entidad. El panorama que quede tras el cierre de mercado el 2 de septiembre, cuando se perfile el equipo y se vea el perfil y el precio de los fichajes, se comprobará qué grado de consenso ha reinado finalmente entre Meriton y la denominada «Doble M».

De lo que no duda Cañizares es que, de momento, el clima de crispación actual afecta inevitablemente a la convivencia y el rendimiento de la plantilla: «Siempre que hay una crisis institucional en la que el futbolista ve que el club no trabaja de forma ordenada y no tiene sentido a la hora de tomar decisiones deportivas, afecta a los jugadores».

Las pautas y decisiones de la directiva tienen influencia, según Cañizares, en el devenir de un vestuario: «Cuando ha sucedido este tipo de situaciones, el equipo lo ha notado por la distracción y la preocupación que hay en el jugador. El jugador lo que quiere que haya una dirección que en el ámbito deportivo sea correcta, que se tomen buenas decisiones, que no se paguen jugadores con sobreprecio, que haya escalafones salariales con sentido. Ahí el futbolista está tranquilo en el club. Cuando hay decisiones caprichosas, el futbolista huye de esa situación y acaba con cierta distracción».