La carga emocional se hizo evidente desde su entrada al escenario de la rueda de prensa. La fibra se manifestó en su rostro y en el nervio de su voz, hubo momentos de complicidad, hubo momentos de furia. Marcelino fue Marcelino, firme a la hora de defender su verdad, afilado en el momento de contraatacar con el motivo de su despido. Para el míster no hay duda, el desafecto de Peter Lim, el cambio de orden dentro del modelo y el principio de los encontronazos tienen que ver con una cuestión principal: la Copa del Rey. «Estoy seguro de que es el detonante. Durante la temporada recibimos mensajes directos, también a través de otras personas, de que teníamos que rechazar la competición. Pero la afición quería luchar, los futbolistas querían luchar y, esto fue decisivo, tenían la convicción de ganarla. El cuerpo técnico quería luchar y ganar... No me cabe duda, ganar la Copa fue detonante. Quién nos lo iba a decir, quién me lo iba a decir», Marcelino descubrió la herida, sangrante. Para el entrenador, el resto es accidental. La vueltas con Rafinha, la apuesta por la Academia, sus últimas comparecencias a base de envites, todo sencundario.

Marcelino jugó con el guión. Respecto a Anil Murthy, sin comentarios. El asturiano describió con crudeza lo sucedido desde que el presidente regresó de Singapur con la misión de ejecutar: «La idea -para comunicar el despido- era que dos empleados me dieran una carta. Posteriormente, Mateu me lo quiso transmitir personalmente. No he tenido otra conversación con nadie». El míster no ha recibido ninguna explicación desde el gobierno de Peter Lim, pero no le hace falta: «El 19 de julio, en Singapur me felicitó por la Champions, pero no por la Copa».

Hambre y ganas de crecer

Respaldado por Rubén Uría, Ismael Fernández y otros miembros del cuerpo técnico, Marcelino anunció que va a retirarse de la vida pública por un tiempo, insistió en que se marcha con la sensación de proyecto inacabado -por hambre, por carácter ganador y por base para seguir creciendo-, también abrió la puerta a un regreso futuro, con una nueva propiedad. Pese a los problemas nunca se planteó dimitir: «Tenía obligación con mis compañeros, con mis futbolistas, porque ellos querían que siguiéramos. Eso generaba obligación, también por la afición, que como nosotros quería crecer. Yo estaba convencido, después del día 2, de que podiamos mantener el listón, cumplir con el objetivo de ser cuarto y progresar en otras competiciones».

La autoridad y Alemany

Marcelino insistió en que no ha echado ningún pulso a la propiedad, sus opiniones han ido dirigidas a resolver situaciones de mercado, a crecer siempre. «Lo prueba mi relación con Alemany, con el que he convivido y hemos hecho un proyecto ganador. Siempre hay discrepancias, que enriquecen. Opinar desde el consenso y tomar decisiones era el pacto inicial, que se ha roto unilateralmente posteriormente. Sólo había una condición inicial, que de no cumplirse, no hubiera sido entrenador: tengo opinión importante en la confección de la plantilla, para el no, decisiva. El respeto a no invadir las parcelas del otro nos ha llevado al éxito, la tranquilidad y la coherencia en campo y despacho».

La sombra de Botas

«Por influencia personal y por infamia», el entrenador también quiso despejar las dudas respecto al peso de su agente -Eugenio Botas- en el apartado de fichajes. «Desde que llegue al club, el Valencia CF ha realizado más de 50 operaciones en 5 mercados. Mi representante participó en dos, la llegada de Neto y la salida de cesión de Medrán al Alavés. Quien diga otra cosa, miente. Ningún futbolistas de estas tres plantillas está representado por mi agente. ¿Si echáis la vista atrás creéis que se dio esta circunstancia con otro entrenador?. Eso prueba la honradez con la que hemos trabajado».

Rodrigo, sin recambio

Marcelino marcó una diferencia sustancial respecto al objetivo de Peter Lim y el objetivo de 'su' Valencia CF. Rodrigo le sirvió de metáfora, su venta en la recta final de agosto era un misil que atacaba la fuerza de la plantilla, disminuía el discurso ganador que edificado desde su llegada. «Estabamos preparados para vender a Rodrigo, pero desde el club me llegó el imput de que no iba a venir ningún otro futbolista».

Autocrítica... cero

Marcelino deja el Valencia después de dos temporadas de éxito, con una Copa del Rey y el estatus de equipo grande recuperado a todos los niveles, pero el desenlace estaba claro por todo lo vivido. Para Marcelino, el único error de su parte se reduce a las alineaciones. Con una máquina del tiempo, la situación habría sido la misma, también en el Villarreal. «Seguro que he cometido errores; no me considero con el don de acertar siempre. Si los he cometido han sido desde la honestidad y el trabajo».