Tras un primer tiempo deficiente, el Valencia CF remontó ayer en la segunda parte en un ejercicio de dignidad profesional. Se llevó el partido por convicción y por 'pegada', la que le aporta Maxi Gómez, autor del gol decisivo en un remate de delantero de toda la vida a servicio de Rodrigo.

El Valencia CF fue el señor Hyde en la primera parte y el doctor Jekill en la segunda. Por ocasiones y por actitud, el Espanyol había proclamado su autoridad en el primer tiempo. El Valencia CF sólo había rebañado una jugada para adelantarse en el marcador en esos 45 minutos horribles, infames. Cheryshev había chutado a la grada en su remate con la derecha cuando encaraba solo al portero, después de que Maxi Gómez arrebatase la pelota en la banda y se la sirviese en bandeja. Una lástima: a Cheryshev, zurdo, no había dado tiempo acomadarse la pelota en la pierna izquierda ante el acoso de los centrales.

El Espanyol no sólo dominaba el juego, sino que movía la pelota con más brío. Coordinaban con criterio Ferreyra y Darder, mientras Wu Lei descolocaba a los centrales con sus movimientos entre líneas. Darder hizo volar a Cillessen, que sacó el balón de la portería tras una parada felina.

El conjunto de Machín sacó renta a su apuesta por el triunfo en otro error imperdonable del Valencia CF en su área. Otra mano, en un salto, esta vez de Kondogbia, que significó penalti. Lo mismo que pasó con Cheryshev, hace dos semanas, en el Wanda Metropolitano; con Coquelin, ante la Real Sociedad, en el minuto 100 de la primera jornada de Liga, o con Wass en Stamford Bridge, esta última sin consecuencias por el fallido lanzamiento de Barckley. O con Diakhaby, la temporada pasada, en Girona, que salvó Ferran con el gol del triunfo (2-3) en el descuento. Manos inocentes dignas de infantiles.

Pese al gol, el Valencia CF miró con escaso interés a la portería soleada, a esas horas de la mañana, de Cornellà. Rodrigo, desconectado en su vuelta al equipo, se movió con timidez entre líneas. Pese al intento de Parejo por aparecer con más frecuencia en el medio campo para lanzar a sus compañeros, el fútbol del Valencia CF fue inestable, sin noticias de Ferran en la banda, mientras Maxi Gómez se ahogaba en su soledad. Ese propósito por descubrir petróleo al contragolpe continúa con Celades, sólo que el equipo lo hacía sin verticalidad nilucidez en el último tramo del campo. La pobreza del Valencia CF fue escandalosa antes del descanso, cuando no encontró ningún recurso para superar al Espanyol, que después de descompondría. Quién lo diría.

Parejo y su tropa decidieron que era necesario temperamento. El Valencia CF apareció en el partido a la vuelta del descanso. Irrumpió como equipo, mejor dicho. Todos a una. Se produjo la rebelión que le exigía la ocasión. Dio un paso adelante, presionó la salida del Espanyol y, ahora sí, comenzó a pisar con frecuencia el área de Diego López. Apareció Rodrigo, ausente hasta entonces. A la tercera ocasión, Diakhaby cobró un penalti, por derribo, pero la revisión de la acción por parte del árbitro anuló la pena máxima. El defensa francés había tocado la pelota con la mano. Otra mano maldita, caprichosa, esta vez para evitar un gol a favor. No hubo VAR en el penalti señalado después por un empujoncito a Rodrigo cuando saltaba para el remate en el área pequeña. Parejo disparó el balón con rabia. El Valencia CF quería ganar el partido y le quedaban 20 minutos para hacerlo.

El partido se presentó precioso en el tramo final. Kondogbia rozó el 1-2 en un disparo ajustado con la izquierda. El Valencia CF dominó el juego de forma imperial, sin discusión, en el último tramo. Celades había dado entrada, como ante el Sevilla, a Vallejo y Sobrino para refrescar su caudal ofensivo. Hasta que llegó el gol. Kondogbia robó el balón en la banda izquierda, se lo cedió a Rodrigo y este buscó la figura de Maxi Gómez. El uruguayo remató de cabeza al primer palo, con la determinación y la precisión de un killer. Ya suma 5 goles en la Liga.

El Valencia CF defendió sin apuros su ventaja en el descuento. Para el recuerdo quedará los 3 minutos que Gayà, por lesión de Sobrino, jugó de interior derecho.