No era Villa, sino Milan Baros, el delantero que iba a fichar el Valencia CF en aquel verano de 2005. El entonces presidente, Juan Bautista Soler, llegó a reconocer públicamente las negociaciones con el checo del Liverpool, provocando incluso el enfado de Rafa Benítez. Afortunadamente hubo un giro en los acontecimientos, Soler decidió en el mes de mayo recuperar la figura de Javier Subirats, arquitecto del Valencia CF de las finales de Champions y del Doblete, para liderar el proyecto deportivo. Una de sus primeras decisiones fue descartar el fichaje de Baros y apostar por un joven producto nacional y en aquellos días relativamente desconocido como David Villa. El checo había sido una de las estrellas de la Eurocopa 2004 mientras el Guaje venía de jugar sus dos primeras temporadas con el Zaragoza en primera división. Era una decisión arriesgada, además el club tenía claro desde el principio que el Zaragoza no iba a negociar, por lo que el precio eran los 12 millones de su cláusula de rescisión. A Subirats le costó lo suyo convencer a todos de que Villa era la apuesta ganadora cuando, en realidad, y como el tiempo no tardaría en demostrar aunque ellos no lo sabían, el Valencia CF estaba fichando un futbolista de leyenda, uno de los delanteros más grandes en sus cien años de historia.

El Guaje Villa anuncia que en las próximas semanas dejará el fútbol profesional con 38 años cumplidos y tras una última aventura en Japón, en el Vissel Kobe de Andrés Iniesta. Habrá pasado casi una década desde que se despidió del Valencia CF para fichar por el FC Barcelona, aunque su recuerdo y sus goles permanecerán para siempre en la memoria del valencianismo. Mestalla, durante cinco temporadas, disfrutó sin duda al mejor Villa, un futbolista que con el paso de los años y su consolidación como referente en el ataque de la selección iba a adquirir una dimensión mundial que, vistiendo la camiseta del Valencia CF, solo encontraríamos en otro icono de la talla de Mario Alberto Kempes.

«David, dedícate a estudiar que del fútbol no vas a vivir». Es la recomendación que le hizo uno de sus profesores cuando el Guaje estudiaba en el IES Jerónimo González de Sama, en el concejo de Langreo. Ni qué decir que el joven Villa no escuchó el consejo, la palabra lucha había estado en su ADN desde siempre. Su padre, Mel, no era profesor ni tenía estudios universitarios, trabajó en las minas de carbón, pero le sobró claridad de ideas para quitarle al niño de la cabeza el sueño de ser minero como él y le apoyó desde que empezaba a dar patadas a un balón en la pequeña localidad asturiana de Tuilla. Más allá de goleador, ese es el futbolista que fichó Javier Subirats, el luchador, el ambicioso... Su irrupción en aquel Valencia CF fue un auténtico ciclón. 26 goles en una primera temporada en la que ya dejó actuaciones memorables, el gol el Riazor desde más allá del medio campo el 4 de febrero de 2006, su partidazo con dos golazos en el Villamarín o su consagración en San Mamés con un 'hat-trick'. Fue el quinto máximo goleador de la historia del Valencia.

«Illa, illa, illa, Villa Maravilla», es el cántico que no tardó en escucharse en Mestalla. Todavía hoy es difícil explicarse cómo pudo aquel Valencia CF, que venía de su etapa más gloriosa pero caminaba hacia una profunda crisis que lo tuvo al borde de la quiebra, retener durante cinco años al mejor delantero español del momento, campeón de la Copa en 2008, a uno de los héroes de la Eurocopa conquistada ese mismo año en Viena, al que con el tiempo se convertiría en el mejor goleador de la historia de La Roja. 59 goles en 98 partidos. Especialmente en el convulso verano de 2009, cuando el FC Barcelona apostaba fuerte por él y el diario Marca llegó a publicar su fichaje publicando un montaje del delantero vistiendo la camiseta del Real Madrid. Había marcado 28 goles en 33 partidos solo en LaLiga, el Valencia CF estaba asfixiado financieramente y necesitaba vender, pero en aquel momento Manuel Llorente, que había regresado al club como presidente, decidió quedarse con el goleador porque lo necesitaba para regresar cuanto antes a la Champions League. Un año después y con el objetivo cumplido, semanas antes de comenzar el Mundial de Sudáfrica en el que ampliaría su leyenda, fue vendido al Barcelona por 40 millones.

Tras jugar en el Sporting de Gijón, Zaragoza, Valencia CF, Barcelona, Atlético de Madrid, Melbourne City, New York City y ser campeón de Europa y del Mundo con la selección española, su último deseo es colgar las botas haciendo campeón de la 'Copa Emperador' al Vissel Kobe el próximo 1 de enero. Después, el Valencia CF ya ha anunciado su deseo de celebrar una gran despedida en Mestalla al Guaje Villa. La Leyenda.