El Chelsea marca la frontera de los dos relatos del Valencia en la Liga de Campeones. El enfrentamiento en cuartos de final de la 2007-08, resuelto con gol de Essien en los últimos instantes, señalaría, sin que nadie lo sospechara, el inicio del final del idilio blanquinegro con la máxima competición continental. En la ida en el Bridge, con aquel golazo de Silva, el Valencia todavía se desenvolvía con el garbo rebelde que le llevó a acariciar la Orejona en dos finales seguidas, en 2000 y 2001. En la eliminatoria previa había capitulado el Inter de Ibrahimovic y Materazzi. Aquel gol de Essien, aquellos cuartos, son la máxima distancia recorrida desde entonces por el Valencia, que pasó a caer en octavos a no pasar de la fase de grupos o, directamente, no participar y ser carne de bombo 3.

Frankie Lampard Junior sufrió aquel Mestalla como líder del Chelsea. Hoy volverá a la caldera valencianista como técnico de los blues, en un partido clave para que la afición blanquinegra mire de nuevo a la Champions con la ilusión de principios de siglo. Si se Ni el Chelsea, ni el Valencia, se parecen demasiado a los de hace una década, con una puesta en escena plagada de estrellas, sobre todo en el bando londinense. La multa al Chelsea para no efectuar fichajes en los próximos turnos de mercado ha cambiado los rasgos del proyecto. Roman Abramovich, el más astuto de todos los oligarcas rusos que se mudaron a South Kensington para abrir la era de los inversores, ha tenido que variar su plan para fijarse en la cantera, la misma que durante años solo tuvo en John Terry a su único exponente.

Abramovich ha fiado su suerte a Lampard, conocedor de la casa y que en su primer año como técnico en el Chelsea ha apostado decididamente por canteranos como Mason Mount (al que dirigió como cedido el curso pasado en el Bolton), a Tammy Abraham (repescado del préstamo al Aston Villa) o Tomori. Junto a los Kante, Willian, Kovacic, Jorginho, el experimentado Azpilicueta y un Pulisic al alza, el Chelsea ha ido ganando cuerpo competitivo y es un bloque dinámico y físico, llamado a seguir creciendo. «Son muy buenos, un equipo increíble. El fútbol se está volviendo así, con equipos y entrenadores jóvenes con espíritu y nada que perder. El Chelsea está jugando increíblemente bien», afirmaba este domingo Pep Guardiola, técnico del City, tras superar con dificultades (2-1) a los blues. No son el equipo que se dejó sorprender en Londres por el Valencia en la jornada inaugural.

Como en los anteriores cruces, el Valencia, con bajas y dudas en su juego, no parte como favorito. Pero se debe voltear ese pronóstico, y el ánimo viciado con el distanciamiento cada vez más grande con Peter Lim, con Mestalla. El estadio lucirá pese al horario (18:55) el ambiente de las grandes noches: 45.000 banderas y el himno a modo de You'll never walk alone intimidatorio. Coquelin y Garay se han vaciado para recuperarse a tiempo. Si alguien duda, si alguien está desencantado, Dani Parejo salió ayer al quite para tutelar el estado de ánimo del vestuario y de la grada, tal como hizo el pasado invierno. Ayer volvió a ejercer de capitán: «Es una final y lo que exijo a mis compañeros y a mí es que llevamos la camiseta del Valencia, nos jugamos unos octavos de final y hay que jugar como lo hemos hecho contra el Madrid y el Barcelona, es decir, hay que competir los 90 minutos, es lo que queremos demostrar y lo que hay que hacer para ganar un partido. Competir y actitud durante 95 minutos». Es el mensaje de exigencia de Parejo ante un partido que puede condicionar toda a temporada: «Que en la quinta jornada podamos clasificarnos si ganamos en casa quiere decir que estamos haciendo las cosas bien. Ahora queda confirmarlo. La plantilla está con confianza y con ganas porque estamos cerca de meternos en octavos de final de la mejor competición del mundo. Para nosotros y para el club es muy importante». De todo lo demás se ocupa Mestalla.