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Los marceladistas

Los marceladistas

Dícese de, quienes respetando la obra de Marcelino, verbalizando sus méritos capitales, al mismo tiempo entregan su confianza en Celades, reconocen sus aportaciones, sugieren sus posibles mejoras.

Es un pálpito extraño. El miércoles de madrugada, sudoraciones, insomnio, y una crisis identitaria: comparto la filia por Marcelino y, horror, deseo que a Celades -aparentemente un tipo constructivo- le vaya bien. Celebro en Celades virtudes nuevas para el equipo que descongestionan los atascos marcelinistas, lamento en Celades la fragilidad respecto al proyecto de Toral.

Marceladistas, quiénes sois. Somos nosotros y, agárrense, somos mayoría. Frente a las trincheras que buscan (¿qué buscan?) la confrontación seguida con el anterior entrenador, como si su descrédito fuera la mejor credencial para el nuevo paso, frente a eso, las maquinaciones lógicas de quienes dan por cerrada una etapa que ha dejado un vestuario granítico, también lastres por superar.

Celades, acogido con comprensión por Mestalla (otra réplica más para los valenciólogos del séptimo día), no crecerá a partir de que sus defensores combatan la sombra de Marcelino tal que si fuera un herpes, sino precisamente por hilar con la senda de lo que que quedó, para poder reinterpretarlo.

Por eso cuando se deslizan recomendaciones para un Valencia al que le lleguen menos, que sea más robusto e intenso detrás, entiendo como espectador que no se llora al cuerpo perdido ni es una enmienda a la totalidad de Celades, es tan solo -que estemos todavía así€- una apología de la continuidad como equipo, de no despreciar, sino aprovechar.

Tampoco beneficia la intoxicación de la dirigencia, muy dada a sobrecargar a Celades como el antídoto del elefante en la habitación.

Ni plañideros ni vengadores. Ante la duda, marceladistas todos.

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