Cuando el pasado verano Matthijs De Ligt, la perla del Ajax fichado por la Juventus, tuvo que subirse a una silla para pasar por la clásica inocentada de cantar ante sus nuevos compañeros, la elección no fue casual. El joven central empezó a tararear, «Every little thing, gonna be all right», el estribillo de «Three little birds», el imperecedero éxito que Bob Marley lanzó en 1980. Una melodía que le es familiar, tanto a la plantilla del Ajax como a cualquier aficionado del rival de esta noche del Valencia.

Sucederá en el tiempo de descanso, desde uno de los fondos, hasta contagiarse el resto del Johan Cruyff Arena, que volverá a lucir lleno. «Cada pequeña cosa, irá bien», un mensaje que pega tan bien con el juego atacante y despreocupado de los ajacied. La melodía se ha convertido en el himno oficioso del club de Ámsterdam. Y como sucede en tantas otras canciones vinculadas a distintos clubes, desde el «You'll never walk alone» de Celtic y Liverpool al Delilah del Stoke City, poco o nada tiene que ver con el fútbol.

Entonces, ¿por qué todo el estadio del Ajax corea a Bob Marley? ¿Por la conexión metiza e intercultural de Ámsterdam, en la que cabe el reggae? ¿Por la fama lisérgica de la cultura nocturna de la ciudad? Como tantas situaciones en el fútbol, esta tradición que camina hacia los 12 años de vigencia tuvo un nacimiento anecdótico. El 1 de agosto de 2008, el Ajax visitaba en un amistoso de verano al Cardiff City. Afición habituada a desplazarse siempre en masa, tanto en partidos oficiales como en simples bolos, al acabar el partido la policía galesa quiso ordenar una salida tranquila y pacífica de los numerosos seguidores holandeses presentes en el ya desaparecido estadio de Ninian Park.

Mientras los aficionados locales abandonaban el recinto, la policía ordenó al Ali Yassine, DJ del Cardiff City, que hiciese sonar «una música alegre» por los altavoces para que no se impacientasen los fans del Ajax, mientras esperaban en el campo el momento de salir. Fue así como empezó a fluir «Three little birds», que fue coreada de inmediato por los incondicionales del Ajax. En principio, todo quedó como una anécdota, dentro de un amistoso que formaba parte de las vacaciones de verano de los aficionados.

Poco más se supo de la canción en los meses siguientes, hasta que en octubre de 2009, en un partido europeo ante el Sturm Graz, desde la megafonía del estadio del Ajax se decidió volver a lanzar la canción de Bob Marley, también apasionado por el fútbol y que no dejaba de jugar partidos con miembros de su banda para relajar tensiones en las giras de conciertos. La chispa prendió y todo el Arena empezó a cantar «Tres pajaritos». Desde ese momento, en cada tiempo de descanso -no en la salida de los equipos-, se instauraría la tradición afrojamaicana, con independencia del resultado que esté cosechando el Ajax.

La popularidad de la canción ha calado tanto entre seguidores y los jugadores, que afirman sentirse renovados de energía cuando la escuchan, que el cantante Ky-Mani Marley, hijo de Bob Marley, acudió en septiembre de 2018 a cantarla en directo en el Johan Cruyff Arena, en el descanso del Ajax-AEK de Atenas.

La transformación judía

Pero es probable que los 1.500 valencianistas desplazados hasta Ámsterdam no escuchen solo a Bob Marley. Desde hace décadas, entre la afición del Ajax también se corea el «Hava Nagila», la canción judía más conocida de todo el mundo y cuya letra (el origen de la melodía es mucho más antiguo) se remonta a hace más de un siglo. «Vamos a alegrarnos, vamos a alegrarnos, vamos a alegrarnos y ser felices. Vamos a cantar, vamos a cantar, vamos a cantar y ser felices. Despertad, despertad, hermanos!», cantan en hebreo los seguidores del Ajax, mientras ondean banderas de Israel. Según la la velocidad en la que se recite, la canción adquiere un tono más alegre o nostálgico.

La canción explica, del mismo modo, las raíces judías del Ajax. Un club que no es hebreo en origen, a diferencia de los cinco clubes de la ciudad con nacimiento judío que quedaron arrasados con la Segunda Guerra Mundial, ni tampoco ha tenido más futbolistas de procedencia hebrea que la mayoría de equipos holandeses. Sin embargo, la imagen de Israel se vincula de manera muy directa con el Ajax.

El antiguo estadio del Ajax, De Meer, se ubicaba muy cerca del núcleo mayoritario de población judía, al este de Ámsterdam. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el exterminio nazi había causado estragos en la población judía holandesa, desaparecida en un 80%. En la capital, de 80.000 judíos quedaron no más de 5.000. «El paisaje de posguerra era como una habitación vacía», resumió el periodista y escritor Simon Kuper. Su libro «Ajax. The dutch, the war» (Ajax, los holandeses, la guerra), reconstruye el papel del Ajax y de otros equipos durante la contienda bélica. Del mismo modo, el autor justifica cómo un club de la clase media de Ámsterdam, con poco apego religioso, pasó a vincularse tanto con el judaísmo.

A partir de los años 50, y con más velocidad en los 60, con un fútbol holandés semi-amateur, el Ajax empieza a reunir a supervivientes del nazismo. Sobre todo en las esferas dirigentes. Por ejemplo el presidente, Jaap Van Praag, cuyos padres murieron en Auschwitz. Suya fue la decisión de incorporar a Rinus Michels, el revolucionario técnico impulsor del fútbol total y que hizo que el Ajax pasase de ser un club mediano a una superpotencia. Van Praag (etimológicamente, «el que vino de Praga») contó con la asistencia financiera de mecenas judíos como Maup Caransa, de origen sefardí, y de Japie Kroonenberg, además de los hermanos Van der Meijden, antiguos colaboracionistas nazis. En el Ajax de ese tiempo eclosionaron grandes jugadores judíos en el Ajax, como Sjaak Swart y Bennie Muller. Otro hebreo, el masajista Salo Muller, era el preferido de un atacante elástico y flaco, forjado jugando a fútbol en los aledaños de De Meer. Johan Cruyff se llamaba. El mítico delantero y futuro entrenador no era judío, pero antes de debutar en el primer equipo, por la mediación de Van Praag, fue empleado en almacenes textiles de capital judío. Cruyff se casó con Danny Coster, hija del legendario joyero judío Cor Coster.

La repercusión de los éxitos internacionales, con las tres Copa de Europa consecutivas a inicios de los 70, popularizó la conexión hebrea del club, lo que se instrumentalizó por parte de las aficiones rivales con el auge del hooliganismo. En el clásico holandés entre el Feyenoord y el Ajax, los ultras de Rotterdam han entonado el cántico «Hamas, Hamas! Joden aan het gas!», (Hamás, Hamás! Cámara de gas!) arrastrando la "s" final para imitar el siseo del gas en los exterminio. Ante esa provocación, los aficionados del Ajax, sobre todo desde el sector F-Side, han reivindicado y potenciado su personalidad de adopción judía. Entre otras maneras, cantando el «Hava Nagila».