El Valencia CF volvió ayer a los octavos de final de la Liga de Campeones, terreno desconocido desde hace 7 años. Lo hace, además, como primero grupo, como en los gloriosos primeros años de la década de 2000. Un gol de Rodrigo en la primera parte, la energía y la determinación defensiva fueron suficientes para colarse entre los 8 mejores equipos de la Champions. Es una gesta, pero nadie se conforma con esto. Hayfútbol, tradición y jugadores para proponerse retos mayores.

El rock & roll comenzó con el pitido del árbitro. En dos minutos ya habían pasado muchas cosas: un contragolpe de cada equipo y dos ocasiones. La del Valencia CF fue clarísima: el balón cabeceado por Rodrigo salió rozando el poste. El ritmo era vertiginoso. Un fútbol de ida y vuelta entre dos equipos que jugaban a tumba abierta, sin ninguna carta que esconder. Fútbol vertical en estado puro.

«Con el 4-3-3 desde 1970», comentaba Jorge Valdano al cantar la alineación del Ajax en la retransmisión. El equipo holandés adelantó rápidamente la línea de medios para impedir la salida del Valencia CF. Tagliafico se había pegado a Ferran como una lapa. Presión y muchas faltitas, que impidieron a Parejo, durante un rato, encontrar un centímetro libre para maniobrar. Tendría que buscarlo, poner a prueba su capacidad de sacrificio. La atención del Valencia CF se centró en defender, amainar el temporal, labor que ejercieron con sobriedad los centrales, ayudados por Coquelin y Parejo. Solidaridad coral. Fue el equipo afanoso de la final de Copa, dispuesto a discutir y ganar cada balón dividido.

El Chelsea ya ganaba en Stamford Bridge, pero eso figuraba en el plan. Lo importante era atropellar al Ajax, abrumarle, sacarle de su partido. La respuesta del Valencia CF no se hizo de esperar. La jugada terminó con la pelota en los pies de Ferran, que, tras amagar el disparo lejano, filtró una asistencia maravillosa a Rodrigo. El brasileño remató con la pierna mala a la escuadra, antes de celebrar el gol mostrando el escudo a la grada. Pero el gol explicó, por encima de todo, lo que significa ya Ferran Torres. Jugador dinámico, generoso, con una percepción muy aguda del fútbol, ya marca época, como alguien auguró hace un año.

El gol reorganizó a la tropa de Parejo, que pasó a administrar sus funciones de una forma más limpia, con la mente clara. Coquelin, de imperial, irrumpió en el círculo central como aguador, entre los dos medios, Álvarez y Martínez, y Gayà defendió y recorrió la banda con un aire marcial. El lateral salvó el empate, con una chilena malabar bajo el larguero en la única aparición ofensiva de Van de Beek, antes de que Onana evitara el segundo gol de Rodrigo, tras romper la cintura a un defensa, al límite del descanso.

Quedaba la segunda parte. Toda una noche aún por delante. Alentado por su gente, el Ajax apretó y se acercó al área de Jaume. Volvió el fragor local y continuó la resistencia del Valencia CF, pendiente de cazar algún contragolpe mortífero. El plan se desvaneció con la lesión de Gameiro, que dio entrada a Manu Vallejo. También parecía caer Paulista... pero volvió a la batalla. Con 80 minutos por jugar, quedaba mucha épica que contar. Una cosa estaba clara: No se le pueden dar ventajas a un equipo con los recursos del Ajax, que dispone de futbolistas excepcionales.

El equipo de Ten Hag comenzó a multiplicar ocasiones. Un disparo de Ziyech fuera, en franca ventaja para el remate; otro remate de Lang, alto. El Valencia CF necesitaba atemperar el juego o marcar el segundo, porque el tramo final se presentaba no apto para corazones arrítmicos. El Ajax empujaba con todo. Su entrenador dio entrada a Huntelaar. Más dinamita.

El asedio continuaba y el Valencia CF sumaba muchos minutos sin plantarse en el área contraria. Hasta que Manu Vallejo encontró un pasillo para internarse sólo camino del gol y fue derribado por Tagliafico, que sólo recibió el castigo de la amarilla. Faltaba la aparición de Jaume, que dejara su huella. Lo hizo con una dos paradas prodigiosas, decisivas, una en el descuento.

El final del choque recogió los nervios de los futbolistas, unos por confirmar su pase a la Champions, otros por no quedar eliminados. En medio de la refriega, Paulista resultó expulsado por una presunta agresión. Mangala, el sustituto, despejó el último balón de un partido ineludible para cualquier amante del fútbol. El viernes, el sorteo de los octavos.