Ferran Torres entra en 2020 lanzando como uno de las figuras más determinantes del Valencia CF. Cuatro goles y cuatro pases de gol en el último semestre para un total de siete más seis asistencias en el año. El lunes, en el entrenamiento abierto a la afición, el extremo fue uno de los más solicitados. Mestalla le ovacionó al nivel de Parejo, Maxi o Rodrigo. El fútbol es ilusión y en ese terreno Ferran representa el sueño cumplido de muchos niños.

El jugador disfruta el momento y agradece el cariño, consciente de que lo mucho que le ha costado llegar a este punto. Ahora todo resulta evidente, pero hasta hace no tanto, el de Foios tenía que ofrecer el doble que otros para alcanzar la mitad del reconocimiento. Ha habido momentos duros de verdad, donde se ha restado valor a sus méritos, donde le ha faltado confianza auténtica, donde le han generado dudas y en los que su única certeza ha sido su gente, su familia y su trabajo. Esas primeras dificultades para abrirse paso han fortalecido su mentalidad y le han permitido generar un salto. La sensación -por la mezcla de cualiadades- es que estamos al principio de algo importante.

Ferran despide 2019 en pleno arrebato. La Copa del Rey en el curso del Centenario eleva la dimensión de todo lo sucedido. El extremo también tiene doce campanadas; momentos únicos en clave individual y en clave equipo, todos imprescindibles para entender el camino a la histórica final de Sevilla, la remontada hasta la cuarta plaza en LaLiga o la clasificación para los octavos de final de la Liga de Campeones. Balaídos, Montilivi, San Mamés, el Ciutat, Johan Cruyff Arena y momentos únicos en Mestalla ante Sporting, Granada, Villarreal o Lille. Así, hasta llegar a la última visita a Pucela, con ese centro medido de gol para que Manu Vallejo salvase un empate y el orgullo ante el Valladolid.

El progreso se explica desde muchos apartados. Está su carácter competitivo, mejorado. También su físico, en expansión, como es natural en un chico de 19 años.

Armenia en el origen del salto

Durante este curso han llegado sus primeros goles con el Valencia: Sporting en Copa (primero oficial), ante el Celta en LaLiga, ante el Lille en Champions. También ha subido de categoría en la selección, donde ha empezado ciclo Sub-21 tras proclamarse campeón de Europa Sub-19 en Armenia. Los dos goles ante Portugal en la final de Ereván (27 de julio) reflejaron la autoridad con la que había dominado en el campeonato, aumentaron su autoconfianza y su autoestima para bien. Lo sucedido en verano tiene mucho que ver con el momento de explosión actual. Ferran aterrizó en el Valencia con la pretemporada comenzada -que nunca es fácil- y entró como un tiro. La perspectiva del tiempo y su rendimiento han elevado el alcance de sus palabras tras proclamarse campeón: «Llego lleno de confianza, con buen ritmo y voy a luchar por tener un sitio, por hacerme titular en el Valencia CF». Marcelino, a cambio, le aplicó una política de seguridad cero... con la -sorprendente- complicidad de Mateu Alemany. En las tres primeras jornadas jugó 97 minutos.

Crecer ante el desafío

El fútbol también son momentos y Ferran ha aprovechado el suyo. Las lesiones de otros compañeros le abrieron una ventana y Celades aplicó naturalidad más lógica a la respuesta firme del extremo. La diferencia es un salto. Ferran lideró la remontada ante el Sporting cuando las sensaciones en Mestalla era que el Valencia se iba a casa tras caer en El Molinón: gol y asistencia. En el momento más crítico de la temporada le regaló una bola extra a Marcelino con el 1-1 en Balaídos (minuto 71) que Rodrigo convirtió en reacción épica a seis minutos del final. Tras el gol de Piccini en tiempo extra ante el Huesca, el Valencia perdió contra el Alavés y el paso por Vigo era una prueba de vida. En marzo, dejó otro campanazo ganador en Girona, con el gol del 2-3 final en el 90.

Ferran ha hecho historia y ha dejado huella en 2019, con títulos, con juego, con rendimiento y con sensaciones, todo de la mano. La primera victoria en el nuevo San Mamés se consiguió con una asistencia suya, los zarpazos en los derbis, el golazo ante el Lille, la exhibición de potencia y precisión ante el Granada y la guinda ante el Ajax.