Porque, a diferencia de lo sucedido hace unas semanas en Palma de Mallorca, lo de Getafe tiene poco o nada que ver con la activación, que diría el entrenador valencianista. El grupo quiso de inicio. Pero primero no pudo y, después, metió la cabeza bajo tierra esperando que se hicieran las seis para volver a casa. Los equipos, como es de sobra conocido, acaban siendo un reflejo de sus entrenadores. Y el Valencia ha perdido toda la mala leche y el espíritu competitivo que ha tenido las dos últimas temporadas con García Toral. Solo recurre al colmillo en ocasiones muy puntuales. Y así, lamentablemente, será imposible acabar la Liga entre los cuatro primeros.
El desastre y, por tanto, la responsabilidad son colectivos. Como ocurre con el éxito rotundo, no se puede individualizar en la debacle. Pero conviene detenerse en un par de asuntos. El primero, Parejo. Un capitán a la altura del escudo solicita él, sin que nadie se lo tenga que decir, salir a dar la cara en situaciones como la de ayer o Palma de Mallorca. Para ir a «La Resistencia» a deshuevarse sirve cualquiera. De su nivel en el verde, mejor no hablar. Una pérdida suya provocó el penalti de la eliminación que el VAR señaló en Granada. Otro de sus errores por apatía en campo propio originó el 2-0 en Getafe.
Y luego está el fichaje del central, que nunca llega. ¿Hay doce millones para Correia pero el club se dedica a pedir cesiones a media España tras la grave lesión de Garay? Diakhaby evidenció, de nuevo, en el Coliseum que sus peligrosas desconexiones pueden llevar al traste eliminatorias clave como la del Atalanta. A ver si esta semana que empieza, veinte días después de llegar al cargo de director deportivo, el club presenta a César Sánchez y podemos preguntarle por el recambio para Ezequiel. Si es que alguien le ha informado, claro.