Por primera vez desde la llegada de Celades, la sensación de avería fue más allá del cortocircuito puntual. El volumen competitivo del Valencia en el Coliseum fue terrorífico y la muestra es suficiente como para elevar el problema por encima de lo anecdótico. Desde aquella semana (10-15 de diciembre) que el equipo superó al Ajax en Ámsterdam y pudo ganar al Real Madrid (1-1), todo ha sido un ejercicio de mínimos preocupante, siempre al límite, con una excepción: el Barça. Ahora mismo, esa es la referencia que anima la confianza frente a la duda -peligrosamente- ascendente.

En los próximos diez días te juegas mucho ante Atlético y abres la eliminatoria de Champions ante Atalanta; son dos partidos -más la vuelta en Mestalla- que pueden definir buena parte de la temporada. El Valencia siempre se crece en los momentos importantes y ante los grandes adversarios, pero Getafe también tenía ese tratamiento y el aviso fue gordo. Hay futbolistas que no están, otros dieron síntomas de estar superados por la presión y -por encima de todo- se hizo evidente una situación de saturación física alarmante.

No salió nada. Fue como si no hubiera energía para responder. El compromiso y la actitud son cuestiones que no admiten debate en este equipo (están vivas), pero hay un problema grave con la activación, giro que intenta amortiguar la falta de agresividad y de ritmo, de intensidad física y mental. A partir de ahí, el desorden y los problemas para contrarrestar a rivales que viven de la suma potencia más intención táctica de ataque rápido o ataque directo como Valladolid, Mallorca, Granada o Getafe. Lo sucedido en la Supercopa fue parecido, con un Real Madrid que quiso más la victoria. Sólo has ganado y por una diferencia mínima a Eibar, UD Logroño y Celta (0-1 o 1-0).

El Getafe se creció

Lo más duro de Getafe y del Getafe es la sensación de contraste. Un rival lanzado por dinámica, mentalmente desatado y que cuando ve que puede hacerte daño se crece todavía más. Como pasó en Los Cármenes o en el Coliseum, la Atalanta va a jugar por hacer historia, va a jugar a pura pasión; primero en San Siro, que no es el Gewiss Stadium, pero en el que habrá ambiente. Los días previos en Bérgamo van a ser una locura, empezando por el partido ante la Roma y por los mensajes -de fuerza- en sala de prensa.

La Atalanta es un equipo abierto, defiende peor y va a conceder más que el Getafe, pero también es un rival de altísimo nivel físico, agresivo, capaz de hacer un pressing alto, casi a todo campo y que llega muy bien por las bandas, también por dentro con Papu Gómez como eje fundamental. Gasperini planta la línea de tres centrales arriba y quiere dominar con balón, disfruta del ataque al galope y del centro directo, pero sufre en la transición defensiva... El Valencia CF tiene herramientas para superar el cruce, pero para hacer sentir la diferencia de nivel -que la hay- necesita su mejor versión, la mejor versión de todos. Los italianos son un equipo maduro, fortalecido desde la continuidad y tiene profundidad de banquillo. El sábado, en Florencia, sin De Roon (sancionado) en la medular y con Pasalic desorientado durante muchos minutos, salió Malinovskiy para ganar el partido.

El tridente Papu, Ilicic, Duván

La Atalanta también está mezclando picos altos con otros un poco más bajos, pero sus mínimos quedan por encima de los valencianistas. Duván Zapata (marcó) está cogiendo tono, mientras Gosens, Castagne, Papu Gómez e Ilicic se mantienen como garantía. Pese al desgaste de la Champions, los bergamascos están en la cuarta plaza de la Serie A y siguen batiendo récords: nunca en la jornada 23 habían llegado a 42 puntos y sólo la Juventus 1959/60 había hecho 61 goles en 23 partidos. Una pasada, tienen uno de los mejores ataques de Europa.

Djimsiti está firme, pero Rafael Tolói siempre ofrece alguna ventaja, mientras Gollini y Palomino están en una fase donde les cuesta mantener la compostura 90 minutos. Es fácil advertir que pueden sufrir ante Maxi, Rodrigo, Ferran y Soler, pero controlar a su tridente -minimizar al Papu- y atravesar al eje De Roon, Freuler, Pasalic o Malinovskiy es básico y ahí tiene un papel protagonista Parejo, en su peor momento. El 10 es la brújula. La victoria ante el Barça se sostuvo desde el despliegue de Coquelin y Kondogbia, pero el contexto fue muy particular: proteger y lanzar. La misión puede ser similar ante la Atalanta, pero el mejor Parejo es imprescindible. Lo próximo es el Atlético, con todo lo que implica y queda un condicionante tremendo: Garay está lesionado y en Champions está sancionado Gabriel. El desorden de Diakhaby también tiene que ver con otro partido sin filtros en la medular -Cucurella, Maksimovic y Arambarri, sobre todo, fueron un rodillo- pero te la vas a jugar sin tu eje central titular. Celades tiene que acertar con las soluciones. Se activa el protocolo de alarma.