La Champions es un sueño para la Atalanta; para su gente, para la ciudad y para la provincia. Todas las partes se han entregado al proyecto. La sinergía entre afición y equipo es tremenda, un caso emocionante. Para entender la dimensión que tiene esta eliminatoria en el club italiano es importante controlar el enclave y el territorio que comprende. Bérgamo queda a 50 minutos de Milán, aunque depende del tráfico. La capital de Lombardía multiplica por diez su población. Bérgamo está en algo más de 121.000 habitantes. València está en 800.000, por ejemplo. En tamaño, queda muy lejos de Londres, Madrid, París o Barcelona, pero no en capacidad competitiva ajustada a su contexto. En ese apartado, el club es una auténtica potencia, un modelo de éxito por destreza en los despachos (con la familia Percassi al frente), política de cantera, astucia en el mercado internacional y conexión con el aficionado.

Bérgamo es la ciudad más pequeña de las 14 que hay representadas en los octavos de final de la Champions. Las medianas -Lyon, Mánchester o Liverpool- superan los 500.000 habitantes. Tampoco es la ciudad más grande de Lombardía; Brescia o Monza están por delante, pero hay trampa. La región supera el millón de habitantes y buena parte de ellos viven entregados a la Atalanta. Esta es la clave. El club todavía no ha tocado techo. Pese al Inter, al Milan o la Juve, tiene margen de crecimiento por ese punto romático y auténtico del proyecto, por identidad e identificación.

San Siro se prepara para una peregrinación récord. El miércoles noche se esperan más de 35.000 aficionados de la 'Diosa' en las gradas del Meazza. Una cifra récord a la que hay que sumar unos 2.200 valencianistas. El techo bergamasco en esta Liga de Campeones estaba fijado en los 34.326 del choque ante el Manchester City (1-1). Habrá un gran ambiente en la previa y en la grada, pese a las calvas que habrá, porque son 80.000 asientos por los 24.000 del Gewiss Stadium, que se hubieran quedado cortos para este partido. Sesenta kilómetros separan Bérgamo de la capital; el desplazamiento es histórico. El miércoles se va a mover un estadio entero. El bloque de Gasperini está perfectamente adaptado al Meazza, pero no es el Gewiss Stadium. En Bérgamo, con ese efecto de estadio cerrado y lleno, el factor campo se sentiría más. Eso es algo que puede sumar en favor del Valencia.

¿Por qué cambian de estadio?

El patrón Antonio Percassi lo tiene claro desde hace tiempo. La Atalanta no juega sus partidos en Bérgamo porque el estadio (inaugurado en 1928) no cumple con los requisitos mínimos en instalaciones para los partidos UEFA. El club le compró el campo -municipal- al ayuntamiento en 2017 y en 2019 puso la primera piedra de una reforma que terminará en 2021-22. Durante el año pasado se reconstruyó toda la curva Nord Pisani. Para la próxima temporada podrían celebrarse partidos de Europa League y puede que de Champions, si resuelve los problemas de espacio externo vinculados al aparcamiento y el hospitality. La renovación, con formato a la british, ya empieza a intuirse. Tras la última jornada de Serie A, ante el Inter, el 24 de mayo, comenzará reedificarse la tribuna Ubi. La idea es acelerar durante el verano, que la Atalanta no se pierda partidos en casa y que no tenga que jugar fuera en Champions en cuestión de un año. Con el restyling completo el aforo será de 23.600, que podrían crecer a los 25.000. Los Percassi piensan a lo grande, 14 millones han invertido ya en el futuro.