Si Voro González, su primer gran valedor en la élite, lo alinea esta tarde en Leganés, Carlos Soler habrá alcanzado los 150 partidos oficiales con el Valencia CF. Una cifra respetuosa que, a sus 23 años y 192 días, lo coloca en la tradición de los grandes jugadores de la casa que han sido emblemas del club de Mestalla. Por esa misma razón, ante un verano que amaga con revolución en la planificación de la plantilla, en el futuro próximo Soler debe dar un paso más al frente en el liderazgo del equipo junto a otros referentes canteranos, como José Luis Gayà.

El momento es el idóneo: por calidad futbolística, por experiencia acumulada (tres años y medio en Primera), por identificación con el club de su vida y también por sueldo, al auparse al segundo escalón salarial después de su última renovación. Soler ya fue clave en un primer rescate, cuando con sólo 20 años catalizó a un equipo deprimido en la segunda mitad de la temporada 2016/17 con frescura de ideas y goles. En el recorrido posterior, con Marcelino a los mandos, la «joya» de Torrefiel sacrificó el lucimiento individual en beneficio colectivo del equipo al pasar a jugar en banda. Toda su carrera en las categorías inferiores, ya fuera como «nueve», «diez», «ocho» o «seis», había transcurrido por el pasillo central, donde la visión es más panorámica y la intervención en la creación más constante. En la banda ganó en matices tácticos, continuó con sus excelentes números en asistencias (la carrera ganada a Jordi Alba en la final de Copa ya es un padecito de inmortalidad), pero perdió gol y se convirtió en un futbolista más específico, de misiones concretas.

La temporada 20/21 devuelve a Soler, en cierta manera, al punto de partida de aquella fría noche de su debut en Anoeta con Cesare Prandelli. En aquel entonces, el Valencia parecía un club marchito, sin liderazgos fuertes, víctima de los volantazos alocados de la misma propiedad. Soler fue en ese momento una bocanada de aire fresco para la hinchada. Ahora, mucho más experimentado y ante la posible salida de pesos pesados del vestuario, el centrocampista avanzará en el escalafón y tendrá que agarrar el timón del equipo. Ya no como un actor revelación, sino como un referente en el campo y también en la portavocía del grupo. Ya sea para atender a las entrevistas post-partido o para intervenir en la negociación de las primas. En esa tarea dependerá, en buena medida, la elección del entrenador. Y, por supuesto, su papel táctico dentro del equipo. Después de tres campañas confinado en la banda, la renovación del equipo puede devolver a Soler al centro. Es uno de los debates clásicos de los últimos años. Sus escasas apariciones como mediocentro organizador obtuvieron un resultado irregular, justificado en buena parte por el tiempo que llevaba sin jugar en su demarcación original y la falta de continuidad para volver a hacerse fuerte en un rol en el que la hegemonía de Dani Parejo ha sido indiscutible. Pero, desde los dominios del 8 clásico, podrá recuperar el factor que siempre lo ha convertido en un futbolista distinto: la relación con el gol, que le llevó a ser el primero en sobrepasar las 500 dianas en categorías inferiores. Mestalla, además, ansía la recuperación de un perfil de jugador de segunda llegada, como lo fueron Fernando, Arroyo o Baraja. Además, su respeto inquebrantable ante las jerarquías del equipo y los distintos códigos internos, han hecho que Soler se prodigue poco en el lanzamiento de faltas y saques de esquina, en los que siempre brillaba.

Por otro lado, se cumpliría la evolución que, en otros clubes, han tenido futbolistas con un talento natural privilegiado. Por ejemplo, con los años en el Atlético de Madrid Simeone ha ido agrupando a Koke y Saúl Ñíguez desde la banda a la sala de máquinas, en la que se forja la identidad de un colectivo.

Soler, oportunidad para Meriton

En un contexto muy delicado para Meriton Holdings, por el gran fiasco de temporada y un discurso oficial por la cantera que se ha traducido con las no renovaciones de Ferran Torres y Guillamón, más las dudas de Kang In Lee, Soler (con contrato hasta 2023) lanza una cuerda sólida y resistente a la entidad. En Soler, Peter Lim tiene una oportunidad de redención.

Consultado por este periódico, su representante de toda la vida, Javier Cordón, alababa la trayectoria paciente y al mismo tiempo exitosa del futbolista: «Es un lujo contar con jugadores así en un equipo, con esa calidad y polivalencia al servicio de un club que lleva muy dentro y al que defiende con valores muy necesarios, con humildad y disciplina. Tiene muchísimo por delante que ofrecer al Valencia». En otras palabras, como ya recomendaba el mito Pep Claramunt en 2017. «Si ese xiquet se hace el ánimo, puede conducir al Valencia donde quiera. Debe decir 'aquí estoy yo, soy el líder, yo impongo la ley, puedo cambiar la historia del equipo y voy a intentarlo'».