El Valencia CF ha dado todos los pasos que estaban al alcance de su mano para levantarse de la sonrojante derrota de Madrid y ofrecer una imagen muy distinta contra el Celta de Vigo. Toque de atención de José Luis Gayà en el mismo césped de Valdebebas, autocrítica interna y ‘mea culpa’ del vestuario, charla de Javi Gracia con la plantilla, mensaje de los capitanes, videoconferencia con el presidente Anil Murthy y cara a cara con los embajadores. La semana en Paterna se ha escrito en clave reacción en todos y cada uno de los pasos que se han dado. La predisposición del equipo está fuera de toda duda, pero falta el paso más importante. El último y el más difícil. Todas esas buenas intenciones ahora hay que demostrarlas este sábado a partir de las 18:30 en Mestalla. De nada servirá la reflexión, las arengas, los llamamientos al compromiso, la exigencia y la responsabilidad y en definitiva todos los propósitos de cambio de los últimos días si las palabras de la semana no se traduce en hechos. Es hora de hablar en el campo y de que el ‘junts anem amunt’ de los capitanes, más que un eslogan, se convierta en la verdadera seña de identidad de este equipo de aquí a final de LaLiga. El paso atrás de Madrid no se puede repetir. El equipo no puede permitirse el lujo de más desconexiones. Lo tiene claro desde el primero al último de los jugadores del vestuario. La intensidad no se negocia. Gayà alzó la voz en Madrid igual que hizo después del ridículo de Elche y lo hará siempre que el equipo se traicione a sí mismo. El problema de la falta de actitud es tan gran como el de los puntos. El equipo está en una situación límite a solo tres puntos del descenso a segunda división.

El partido contra el Celta vuelve a ser una final con todas las letras como fue aquel del Elche y como deberían haber sido el del Athletic y el Real Madrid. Si alguno pensó que con aquel colchón de cinco puntos sería suficiente, estaba equivocado. La racha de uno sobre los seis últimos ha devuelto al Valencia a su triste realidad. A su drama particular. El equipo viene de firmar una de las peores primeras vueltas de la historia y está condenado a afrontar los últimos quince partidos como auténticas finales a vida o muerte. La amenaza del descenso es latente. El Valencia está perdido y desnortado con unos jugadores que están rindiendo por debajo de su nivel y un entrenador cuya figura cada vez está más debilitada.

Así estaba el Celta de Vigo hasta que cambió de entrenador allá por el mes de noviembre. El conjunto celeste tiene números de equipo europeo desde que el argentino tomó el relevo en el banquillo. 22 puntos en las últimas 14 jornadas tienen la culpa. El Celta aventaja al Valencia en 5 puntos y mira arriba en la tabla. Algo que aún no puede hacer el equipo de Gracia. Los celestes no ganan en Mestalla desde la temporada 2015/16 y viajan sin su capitán Iago Aspas, pero son un equipo crecido. Todo lo contrario que este Valencia venido a menos que hoy más que nunca necesita hablar en el campo y ganar.