La historia de Cristóbal Suárez es un testimonio de superación, de lucha. A los pocos meses de nacer se le diagnosticó una meningitis que derivó en una parálisis cerebral. Ahora tiene 14 años y su gran pasión es el Valencia Club de Fútbol, un equipo que no ha dejado de seguir durante todo este tiempo de pandemia hasta el punto de ponerse partidos repetidos.

Su sueño era volver hoy a Mestalla, en el partido frente ante la SD Eibar que tendrá un aforo de 5.000 aficionados (dentro de una capacidad total de 55.000 espectadores), pero "no tenía entradas disponibles en la zona habilitada para personas con diversidad funcional, al lado de la grada de animación", afirma Lucía Soriano, madre de Cristóbal. Aclara que ellos eligieron la Opción 1, con un plazo preferente para la compra que el resto de abonados, pero "solo podíamos comprar en Gol Alto y no puedo subir con mi hijo por la rampa de caracol, ya es muy grande y pesa".

La madre de Cristóbal envío correos al club preguntando por esta cuestión pero, sin recibir respuesta, encontró en su página web que "los abonados de la grada de diversidad funcional en este partido no podrán acceder al estadio ya que la única zona habilitada en el campo para estos aficionados esta ocupado por las cámaras de La Liga, lo que limita el uso de la misma". Ante esto, Lucía ha sentido "decepción" porque han utilizado una zona "que no está destinada para ello" y ha protestado por redes sociales: "Me extraña ser la primera", dice.

En ese sentido, también argumenta que "no le echo las culpas al club, pero debían de haberlo tenido en cuenta porque hay valencianistas que no pueden acceder al campo por su propio pie y no podrán disfrutar del partido".

Cristóbal junto a su ídolo, el portero Jaume Levante-EMV

Como Cristóbal están otras 20 personas más que asistían a los partidos de Mestalla en esa zona del campo: "Está muy desilusionado porque todo el mundo tiene derecho a ir al campo de fútbol. No es justo", ha sentenciado su madre, quien recuerda que donde ellos tienen el pase hay una rampa que va desde la calle hasta las localidades y "está muy bien adaptado". "En los partidos importantes se llenan hasta tres filas", rememora.

"Uno de los ídolos de mi hijo es Jaume porque él quiere ser portero", recuerda Lucía. Cristóbal, vecino de Campanar y peñista de la Peña Valencianista Calavera, es tan aficionado al fútbol que ha creado un equipo de fútbol adaptado con la asociación "A Contracorrent Esport Adaptat".

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Cristóbal ha tenido que ir a Madrid a someterse a varias operaciones y siempre ha llevado puesto un pantalón, una sudadera o una camiseta de su equipo. "El Valencia motiva a mi hijo, le emociona. Cuando tiene alguna operación y ve esforzarse a los jugadores, él toma impulso para afrontarla con espereza". Ahora esa esperanza se ha desvanecido porque no tiene su sitio en Mestalla. Pero él, como todos, tiene la ilusión de volver.