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De la calle al Financial Times: el año de Libertad VCF contra Peter Lim

«Hemos cambiado el marco mental de los aficionados, que ya piensan que la democratización es plausible», señala José Pérez, presidente de la plataforma que en un año ya reúne un tercio de las acciones para llegar al 5%

José Pérez, Pili Avilés, David Núñez y Dionisio Canales, de Libertad VCF, ante Mestalla . J.M.LÓPEZ

De la queja en redes sociales a la acción organizada. De un primer grupo de Telegram a lograr desgastar la imagen de Peter Lim en los juzgados, los grandes medios de comunicación internacionales y la histórica manifestación del 8 de mayo. Del mantra resignado de «¡pues ponlos tú!» a explorar el 16% de adormecidas acciones repartidas entre miles de pequeños propietarios de un entorno viciado y disperso, como punto de partida para el objetivo del 50+1 y la democratización del centenario Valencia Club de Fútbol. En un año de vida, que cumplirá el próximo mes de julio, Libertad VCF no sólo ha logrado canalizar el enfado de la grada con Meriton Holdings en una combativa cultura de club, sino que además se ha convertido en una inspiración para otras aficiones a la hora de fiscalizar la gestión de magnates, jeques y oligarcas, en un tiempo de rebeldía contra megaproyectos como la Superliga.

¿Quién está detrás de un colectivo horizontal, que ha crecido sin el apoyo financiero de grandes grupos y sin aglutinar su mensaje bajo el carisma de un líder? Levante-EMV reunió a cinco de los integrantes fundacionales de la asociación que ha revolucionado el valencianismo hasta convertirse en una molesta piedra en el zapato de Lim. José Pérez, presidente; Dionisio Canales, vicepresidente económico; Javier Martínez, del área de Movilización; David Núñez; vicepresidente del Área Legal y Pili Avilés, del Área de la Afición. Seguidores de base que han sacado tiempo a sus familias y a sus trabajos como ingeniero informático, asesor fiscal, taxista, abogado y psicóloga. En doce meses se han adherido 570 socios nominales, que pagan su cuota, y son casi 4.000 accionistas los que han representado 55.000 acciones, casi un tercio de las que se necesitan para llegar al 5% que permitiría impugnar las cuentas y nombrar a consejeros.

«Hemos cambiado el marco mental de los aficionados, que ya piensan que la democratización es plausible», afirma Pérez, que sostiene que la primera victoria moral ha sido «que sea lícito creer que debemos recuperar el Valencia. No es una locura, es un derecho. Por una situación coyuntural, desde hace siete años el Valencia es propiedad de un señor singapurés. No hay que resignarse a pensar en la óptica de la comodidad de la sociedad actual, «si los ha puesto, es suyo». Fijémonos en nuestros padres y abuelos, que llevan 50 años de abonados, si los han puesto o no, con su nivel adquisitivo. Hay que hablar de forma adulta a la afición y desterrar la idea de que alguien vendrá a salvarnos y que la solución sería a corto plazo. No hay que confundir inmediatez con realismo. La democratización costará, un porcentaje de gente se va a caer, pero hay que salir en esa línea», remata.

Canales considera crucial que desde el anonimato, Libertad VCF haya creado «una estructura empresarial, con departamentos económicos, comunicativos, jurídicos. Por eso estamos tan activos y nuestra oposición es efectiva» hasta el punto de haber mantenido contactos con otros grupos opositores, partidos políticos y el Financial Times. El desmantelamiento total de la plantilla en el verano de 2020 provocó el nacimiento de media docena de colectivos de protesta. Si, superada la efervescencia del enfado, Libertad VCF logró avanzar fue y movilizar a la gente fue porque, desde muy pronto, relata Pérez, «nos pusimos a pensar en una hoja de ruta realista. Como agrupar acciones, escribir el libro negro de Meriton, contactar con la prensa internacional. No teníamos que ser solo un grupo de queja».

El camino no ha sido fácil. Falló una alianza global con De Torino a Mestalla. Pero Núñez recalca que la asociación fue cumpliendo cada hito superando no solo el escepticismo lógico de una afición desencantada, sino también el sesgo de clase de algunos núcleos de poder a los que se dirigieron: «Nos invadió la sensación de que si no íbamos de traje y corbata a las reuniones, o no teníamos un apellido concreto o no vivíamos de Gran Vía hacia adentro, te tomaban menos en serio». «Nos enfrentamos cara a cara con abogados de prestigio, que nos echaban en cara que la agrupación de acciones nunca nos iba a permitir tener legitimización. Nos tomaban como unos críos que hacían ruido», agrega Pérez.

«Si habla Anil, mil acciones»

El fútbol es un combustible emocional y el censo de acciones ha dependido de factores volubles, como los resultados, tal como reconoce Pérez y también Avilés, responsable de captación de acciones: «Cuando se ganó 4-1 al Real Madrid no agrupó ni Dios. Cuando hicimos el ridículo en Elche, nos agruparon mil acciones en una sola noche. Cuando habla Anil, caen otras mil».

El objetivo de fondo que persigue Libertad VCF es que la estructura de oposición levantada en torno a Lim cambie la relación de los aficionados con el club: «Hay que sentirse orgulloso del Valencia por el arraigo social que tiene, por lo que representa, no solo por el éxito deportivo», indica Martínez. La representatividad de un club despersonalizado es la losa invisible del legado de Lim, junto al retroceso deportivo y la parálisis societaria. En ese sentido, desde Libertad VCF se ve un paralelismo muy aprovechable en el ejemplo de la plataforma sevillista Accionistas Unidos: «Con el Sevilla jugando Champions y ganando una Europa League, con un 7% de acciones han logrado asegurarse de que no van a vender el Sánchez Pizjuán y han quitado de la directiva a los consejeros de un inversor americano. Por eso hay que llegar al 5%. En el Málaga también fue muy importante».

La agenda la marcan la presión social, la recogida de acciones , los contactos con partidos políticos y empresarios para intercambiar impresiones sobre el proyecto aun no oficial de democratización... y los juzgados. El próximo 28 de junio se celebra la vista oral de la demanda de impugnación de los acuerdos de la Junta General: «Lim hasta el momento había estado muy tranquilo porque creía que la afición del Valencia había estado muy disgregada. Ahora ve que hay un músculo social en crecimiento. Si alguna de las medidas cautelares las aceptan, por ejemplo que hasta que el juez no resuelva no pueda cobrar el crédito, solo con eso vería que es terrenal y que no puede hacer lo que quiera».

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