José Bordalás está construyendo un equipo. Y no solo en el césped. El técnico trabaja desde el primer día para construir un bloque dentro y fuera del campo. El alicantino, etiquetado como obsesionado de lo físico y lo táctico, da mucho valor al trabajo emocional. Sus éxitos como entrenador siempre llegaron a raíz de vestuarios unidos. El objetivo es ser una piña. El único camino posible es ser una «familia» de verdad. Ocurrió en el Getafe durante los últimos años y empieza a suceder en el Valencia. Lo que pasó este jueves en la ciudad deportiva de Paterna, más que una broma para amenizar la sesión de trabajo, fue una auténtica declaración de intenciones del entrenador. Bordalás dio su habitual charla antes del entrenamiento y justo al final sorprendió a todos los jugadores. «Somos una familia y las familias se abrazan», les dijo. El míster invitó a todos sus jugadores a abrazarse en clave de humor. Bordalás fue el primero en dar ejemplo fundiéndose en abrazos con algunos de sus futbolistas. Alucinaban. Todos acabaron abrazándose entre sí muertos de la risa. Se lo pasaron en grande. Puede parecer una anécdota, pero no lo es. Detrás de la divertida proposición de Bordalás hay un mensaje: la unión hará la fuerza.

El técnico abrazó a todos los jugadores.

Tampoco es casualidad que el técnico se fundiera en abrazos con algunos de los nombres propios del mercado de fichajes que, durante muchas semanas, se sintieron fuera del club. Es del caso de Gonçalo Guedes, Daniel Wass y Mouctar Diakhaby. No solo los abrazó. Los ha enchufado que es más importante todavía. Bordalás los cuida. Sabe que están llamados a darle mucho al equipo. También tuvo especial atención con los ‘nuevos’. Como, por ejemplo, Hélder Costa, Marcos André o el propio Hugo Duro. Integrarlos lo más rápido y hacerles sentir bien es una obligación para el entrenador porque sabe de que ello dependerá en buen medida el rendimiento deportivo.

La salud del vestuario siempre fue una prioridad para Bordalás. El alicantino empezó a hacer equipo incluso antes de que comenzara la pretemporada. Primero llamó personalmente a los capitanes y a continuación a algunos de los pesos pesados de la plantilla. Quería presentarse, ganarse a los jugadores, convencerlos y empezar a echar raíces en el vestuario. «Gran semana de unión», escribía orgulloso después del primer ‘stage’ de Oliva. Desde entonces todo han sido pasos adelante en el campo y, como quiere Bordalás, también fuera.

El liderazgo perdido

El banquillo del Valencia ha recuperado el liderazgo perdido después de dos años a la deriva con Javi Gracia y Albert Celades a los mandos. Gracia dejó de ser un líder el mismo día que puso su cargo a disposición del club en las oficinas y mandó a su segundo a dirigir la sesión en Paterna. Por suerte, la autoridad y la exigencia han vuelto al vestuario. Bordalás se ganó la confianza de los capitanes muy pronto. José Luis Gayà y el entrenador conectaron incluso antes de conocerse. Ven el fútbol de la misma manera. El entrenador y la plantilla van de la mano después de mucho tiempo. Cada vez son más «familia».

Racic, el último en incorporarse

Por otro lado, José Bordalás recupera efectivos con el paso de los días. El técnico del Valencia ya trabaja con normalidad con los internacionales Gonçalo Guedes, Daniel Wass, Hugo Guillamón, Uros Racic y Denis Cheryshev. El alicantino está a la espera de que se incorporen este viernes Carlos Soler y Giorgi Mamardashvili después de sus debuts en la absoluta. El ‘10’ llega reforzado después de su brillante estreno con la selección demostrando desde el primer día que ha llegado a la Roja para quedarse. El georgiano tuvo el primer que merecía a pesar de la derrota (4-1) frente a Hungría. El combinado georgiano cargado de suplentes cayó goleado en Sofía. Cristian Piccini y Álex Blanco fueron baja por lesión en el entrenamiento. Después de Soler y ‘Mama’ solo queda la llegada de los sudamericanos Omar Alderete y Maxi Gómez.