Maltrecho, sin lucir ya la marca de imbatible, pero reforzado con la convicción de haber alcanzado una identidad futbolística muy afilada, el Valencia se presenta esta tarde en el Sánchez Pizjuán para dirimir el segundo acto de una semana de órdago. El encuentro contra un Sevilla confeccionado para muy altas cotas pilla al equipo de José Bordalás entre la batalla perdida contra el Real Madrid y antes de la llegada del Athletic Club, en la que será la primera visita de Marcelino a Mestalla desde su traumática destitución. El Valencia se aferra a la idea conquistada con el técnico alicantino para plantar cara a todo: a la entidad de los rivales y a la dimensión de las bajas. Cheryshev y Correia aparte, sin José Luis Gayà y Carlos Soler los valencianistas no solo pierden a sus dos capitanes y futbolistas más decisivos, sino también a dos de los emblemas más representativos de la entidad en su historia reciente.

Pero la idea resiste, la idea crece. La idea que se fortaleció para someter durante una hora de juego al Real Madrid con preceptos tácticos (presión alta, robo y salida rápida, llegada al área rival con muchos efectivos) instaurados en apenas tres meses y que han hecho resucitar a jugadores que en verano querían irse. Es el caso de Guedes, del tanto se ha enjuiciado su actitud, que en la segunda mitad braceaba pidiendo a sus compañeros que adelantasen posiciones cuando Courtois iba a lanzar de puerta. Es el caso de Wass, el casi rebelde Daniel Wass, que se vacía en el campo y que celebra cada gol con un entusiasmo que no se la había visto en su etapa valencianista. Y es el ejemplo de Maxi Gómez, con una frecuencia goleadora todavía baja pero que choca y rebota con cada central con el cancherismo charrúa en todo su esplendor. Son tres ejemplos de jugadores que, tras reengancharse a la causa, ahora se les debe pedir que la lideren. Darán ese paso adelante porque les ha seducido el método Bordalás.

El Sevilla, el rival directo de toda una década que ahora se ha escapado hasta conformar una plantilla en la que caben dos “onces” titulares distintos, supondrá un test de madurez para un Valencia que no se ha mostrado especulativo ni conservador en ninguna de las cinco jornadas de campeonato. El equipo blanquinegro buscará a los sevillistas en mar abierto, buscando la victoria. Las bajas han azotado los costados, pero de momento ha resistido el eje central, el pasillo de seguridad que decía Luis Aragonés. Sobre la base de Paulista-Alderete, Guillamón-Wass y Guedes-Maxi, Bordalás completará la alineación. La alternativa más factible será la de ubicar a Foulquier y Yunus Musah por banda derecha, con Toni Lato y Hugo Duro por la izquierda. Bordalás ha tratado con el centrocampista norteamericano aspectos tácticos que descuidó en la remontada del Real Madrid. La sincronización colectiva no debe admitir fisuras.

Un debate aparte es el de la portería. El tropiezo contra el Real Madrid ha reabierto la posibilidad de que Jasper Cillessen ocupe la plaza de Giorgi Mamardashvili. Después de partidos muy destacables en los que fue la sensación del equipo, al portero georgiano se le ha visto algo más dubitativo en las últimas entregas. Algo casi lógico teniendo en cuenta su edad y su proceso de adaptación al campeonato, al club y a la nueva ciudad. Un proceso que está consumando a la carrera y sin dejar de competir.

Quedaba la sensación de que Mamardashvili estaba obligado a la excelencia para justificar la titularidad, en detrimento de Cillessen, que tiene más experiencia, más fama y que es un activo costoso en términos salariales que debe reivindicar el club. Ahora que ha llegado la primera derrota, en manos de Bordalás queda la decisión.