Sin término medio entre periodos de crisis tocados de picos de gloria, en el Valencia de Peter Lim se vive en una agitación que encallece la piel y madura el espíritu de los futbolistas que sobreviven a cada convulsión. O te tritura o te engrandece. Es el caso de José Luis Gayà y Carlos Soler, capitanes de 26 y 24 años con más memorias que un veterano, y también el de Thierry Rendall (Amadora, 1999). En la superación a las adversidades vividas desde su llegada se explica la metamorfosis que ha hecho del futbolista portugués uno de los laterales diestros más sólidos de LaLiga y que han valido su renovación hasta 2026.

Thierry se consolidó la temporada pasada como uno de los tres jugadores más rápidos del campeonato (35,4 km7h) y su transformación física y táctica lo convierten en uno de los referentes de presente en este Valencia. Incluso a nivel de tasación de mercado ya está en las posiciones delanteras, solo por detrás de los jugadores más contrastados, como Guedes, Soler, Gayà y Maxi y liderando la segunda línea con los Hugo Guillamón y Yunus Musah, según los portales especializados.

El recorrido no ha sido fácil. Siendo dos casos distintos, y dos futbolistas diferentes, con Thierry se ha repetido un patrón parecido al de Joao Cancelo. Jugador con proyección pero muy joven, con escasa experiencia de élite en la liga portuguesa y con el cascarón por romper, y que en su llegada a Mestalla en septiembre de 2019 debe cargar con la presión y la exigencia de su coste, 12 millones de euros. Además, a esos factores hay que sumar otros como la etiqueta de ser un futbolista de la agencia de Jorge Mendes, que arrastra prejuicios por su relación con Peter Lim. El aterrizaje de Rendall era también paradigmático de un cambio de época, del fin de la era de Marcelino García Toral y Mateu Alemany, un aspecto que, sin tener él nada que ver, no jugó a su favor a nivel de imagen. Caer con 20 años ante los focos deslumbrantes de un club en guerra no es sencillo.

La primera temporada, con Celades en el banquillo, no fue nada óptima, con muy pocos partidos, un rendimiento errático y una adaptación costosa, alejado de su familia. El mismo futbolista reconoció que requirió de la figura de un coach para superar el bache. Justo tras el parón brusco por el estallido de la pandemia regresó con aires renovados, empezando a notar la curva creciente. Con Javi Gracia empezó una reeducación táctica hacia conceptos más defensivos en un lateral de enorme vocación atacante, que jugó de delantero hasta los 14 años.

La experiencia vivida y la estabilidad trasladada con la llegada de José Bordalás al banquillo han proyectado definitivamente a Titi, que insiste en que se le conozca con su apellido materno, Rendall, en homenaje a su madre y su abuela, las figuras que lo criaron. La banda derecha de Mestalla es suya, como fue en su día la de Miguel Brito, Joao Pereira y Joao Cancelo, pero con las condiciones potenciales para tratar de igualar e incluso ampliar el legado que dejaron.