Mestalla volvió a ser un hervidero y se convirtió en el jugador número 12 del equipo, jugando un papel clave para que se consiguiese un épico empate en el descuento gracias al doblete de Hugo Duro. La afición estuvo hasta el final con sus jugadores, interpretó de maravilla su poder de intimidación sobre el rival para meterlo en su área y prestó su aliento a la lucha de los futbolistas por puntuar contra el vigente campeón de Liga. Pero también dijo basta contra la gestión de Meriton Holdings al frente de la entidad valencianista y a lo largo del partido le mostró su malestar de forma prácticamente unánime.

Las protestas tuvieron dos momentos especialmente clave: el primero fue el minuto 19, cuando acompañando a los carteles repartidos por el colectivo Libertad VCF en los aledaños del estadio y que rezaban el lema «Lim Go Home», el público entonó el «Peter vete ya» de la forma más atronadora vista hasta la fecha. La desaparición de las restricciones de aforo provocadas por la pandemia hace ya tres jornadas y el atractivo de los últimos partidos han llenado el campo y la afición se ha expresado en todos ellos, pero quizás ayer con más vehemencia que nunca y con la mejor entrada en lo que va de temporada (37.472 espectadores). Antes de que el fútbol parase por la COVID ya venían produciéndose cánticos en contra de la propiedad de la mayoría accionarial, pero este domingo en Mestalla la unanimidad estuvo muy cerca de ser total.

Mestalla lleva en volandas al equipo y clama por su ‘libertad’

El otro momento clave fue el final del partido. La afición estalló de júbilo con el gol marcado por Hugo Duro, se desató la euforia y desbordó la alegría por la forma en que se logró el empate sobre la bocina, pero con el pitido final del colegiado el público volvió a dejar clara su postura y cantó nuevamente contra Peter Lim y Anil Murthy al unísono, cánticos que se repitieron también en menor medida en los aledaños del estadio cuando la gente salía de camino a casa.

El doble papel de Mestalla

Con esto, el valencianismo dio una auténtica lección de saber estar con su equipo sin perder de vista la importancia de reivindicar su parecer acerca de la gestión del club. La indignación de la afición está muy latente y en varios periodos del encuentro, más allá de los dos mencionados, se detuvo a señalar al palco y mostrar su gran descontento con unos cánticos que ya son habituales en los partidos en Mestalla, pero que hacía mucho tiempo que no eran entonados por tantas personas a la vez por razones sanitarias.

Eso sí, cuando el equipo más lo necesitó no hubo espacio para otra cosa que no fuese empujarle hacia la portería rival y hacer pequeño al Atlético de Madrid, que tuvo que lidiar con el doble chaparrón: el asedio del equipo y la presión de la afición. Es cierto que la animación no tuvo una estabilidad lineal durante todo el partido, pero la parroquia blanquinegra estuvo muy encima de cada decisión arbitral, cada lance del juego con el rival y para recriminar cada pérdida de tiempo al rival. También trató de levantar al equipo después de cada varapalo en forma de gol rojiblanco y en los últimos quince minutos se convirtió en un rodillo. Al equipo del Cholo Simeone, especialista en defender resultados, le costó mucho hacer frente al torrente de ocasiones amenizado con el griterío del público, que celebraba cada pérdida y le apretaba cada vez que tenía el balón. Poco a poco los colchoneros se metieron en su propia área y ahí se desató la tormenta perfecta para que el Valencia bombardease a centros y Hugo Duro firmase su noche.