El Valencia estrecha el cerco sobre el central. Reforzar el centro de la defensa se ha convertido ahora mismo en la prioridad absoluta del club. Por encima del mediocentro. Así lo ha querido el mercado. El Valencia ha intensificado las negociaciones con un central ‘tapado’ que se ha convertido en las últimas horas en el objetivo número uno. Se trata de un central que, a diferencia del resto de opciones que se han planteado por parte del club, cuenta con el visto bueno de José Bordalás. La operación está avanzada y la intención del club es cerrarla en los próximos días. El tiempo corre de forma peligrosa y solo quedan diez para que finalice el plazo el lunes 31 de enero. La llegada de este ‘nuevo’ central, cuya identidad no ha salido a la luz pública, está a la espera del OK definitivo de Peter Lim. El máximo accionista del Valencia, como siempre, tiene la última palabra desde Singapur.

El club ha llegado a este nombre de consenso después de descartar unaa una todas las alternativas que se han ido poniendo encima de la mesa en las últimas semanas. Empezando por Aridane Hernández. El interés de Bordalás por el central de Osasuna desencadenó una crisis interna en el club por la diferencia de criterios en materia de fichajes. El técnico veía con buenos ojos la incorporación del canario. Su llegada, sin embargo, no encajaba en los parámetros económicos y deportivos del Valencia. La operación fue descartada por la propiedad por su elevado coste (Osasuna rechazó la dos ofertas de Miguel Ángel Corona de cesión), los tres años de contrato que pedía el jugador y las dudas que generaba por su lesión muscular en sóleo que le ha impedido jugar desde el mes de septiembre.

El nombre que más gustaba al Valencia era Álvaro González. El central cántabro que milita en el Olympique de Marsella y que no entra en los planes del club francés. El Valencia tenía el OK del jugador porque quería volver a LaLiga española. Además, su salida no era complicada porque existía un acuerdo para que el centra saliera a coste cero del conjunto marsellés. El único contratiempo era su elevado salario, pero la operación era viable. Sin embargo, Bordalás nunca vio con buenos ojos la llegada de Álvaro y el futbolista acabó descartado. El mismo final que Aridane y Mingueza.