N o hay rueda de prensa posterior a un partido del Valencia CF en la que José Bordalás no hable de los goles encajados. Además, cada vez con un tono más alicaído. El míster está cansado de sufrir este curso todo lo que no ha sufrido en sus anteriores equipos y anteriores años como entrenador. A pesar de la insistencia, la sangría atrás no cesa, más bien todo lo contrario, aumenta a un ritmo preocupante con el paso de los partidos: 36 goles recibidos en 22 partidos de liga. Solo un equipo, el vecino y colista, registra peores números. Y lo que es más alarmante, 19 de esos 36 tantos provienen de acciones de partido dentro del área pequeña.

Los últimos tres partidos en la competición doméstica son un resumen perfecto del problema que está separando al Valencia de los puestos europeos. Vinicius Jr campó a sus anchas por el área valencianista hasta rematar, sin marca, desde prácticamente la línea del área pequeña. Minutos más tarde remató, de nuevo sin marca y aún más solo, debajo de los palos un balón que había rechazado Cillessen a disparo de Asensio.

Fue la misma película que se pudo ver en Mestalla y en el Wanda en las dos jornadas posteriores. Dos de los tres goles de la remontada atlética llegaron en situaciones inadmisibles para un equipo que está a cinco minutos de llevarse los tres puntos de un campo como el Wanda. Jaume y Foulquier se quedaron mirándose mutuamente mientras Cunha remataba solo sobre la línea de gol. La diana que confirmó el drama, en el 95’, fue obra de Hermoso, que seguro hasta él mismo se sorprendió al ver que remataba sin oposición.

Solo son cinco de los tantos y tantos que ha encajado el Valencia en situaciones idénticas. Solo en seis partidos de los 22 jugados hasta la fecha, el equipo dirigido por José Bordalás no ha recibido goles desde el área pequeña. Un dato cogido con pinzas, y es que cuatro de esos cinco partidos pertenecen a las cuatro primeras jornadas de liga, en las que el Valencia sacó 10 puntos de 12 e incluso compartió liderato en algún momento. A partir de ahí, la brecha se ha ido haciendo cada vez más profunda hasta llegar a la propia portería.