El Valencia no pudo deshacer el resultado inicial contra el Cádiz. A los de José Bordalás se les atragantó el planteamiento de Sergio González de entregar la pelota y defender en bloque bajo, ya que no tuvieron opciones de contragolpear ni hacer daño en transición. Los valencianistas amasaron mucho más balón del que les gustaría y a pesar de que circularon bien de lado a lado, cortocircuitaron una vez llegaron al último tercio del campo, siendo incapaces de encontrar profundidad y clarividencia para tener ocasiones de peligro.

Guedes pierde el equilibrio ante Akapo en un lance del partido. f.calabuig

El punto se queda muy corto en el objetivo de luchar por Europa a través de LaLiga. Quedan pocas jornadas y el equipo sigue lejos de estas plazas tras un partido que era vital por la entidad del rival y el hecho de jugarse en casa. La mejor noticia fueron los regresos de José Luis Gayà y Thierry Rendall, especialmente en clave preparación para la final de la Copa del Rey en La Cartuja, y la solvencia defensiva mostrada una vez más.

La primera parte estuvo cargada de dinamismo aunque las ocasiones se demoraron muchos minutos. El Valencia arrancó teniendo más balón asentando la circulación a partir de los tres centrales y un cerebral Hugo Guillamón en el centro del campo jugando a pocos toques. A pesar del tímido disparo de Alderete antes del minuto 7, las acciones de gol se hacían de rogar.

La superioridad no era ni mucho menos apabullante, pero los blanquinegros eran completamente dominadores con la situación, siendo agresivos a la hora de robar y saliendo con velocidad a través de los dos carrileros. Jesús Vázquez y Thierry se hacían fuertes en las bandas gracias a su poderoso cambio de ritmo. El juego en el último tercio, no obstante, se tornaba algo más inconexo.

Pasada la media hora de partido llegó la mejor ocasión del partido. Gonçalo Guedes puso el cuero al primer palo en una jugada de estrategia y el remate de Maxi Gómez se topaba con el larguero. La presencia valencianista en las inmediaciones del área empezaba a crecer, pero el Cádiz respondió con un remate de Negredo que Giorgi sacó de forma prodigiosa en un buen ejercicio de reflejos. Esta acción no amedrentó a los de Bordalás, que recuperaron territorio, pero no fueron capaces de encontrar fisuras en la defensa amarilla antes del descanso.

Un colosal Guillamón

Con la reanudación no cambió la dinámica de partido. El Valencia se adueñó del ritmo del juego con un colosal Guillamón, tanto a nivel de distribución como abortando de raíz las transiciones cadistas. Al equipo, no obstante, le seguía faltando profundidad. Ni Guedes ni Bryan acababan de lograr desequilibrar y doblegar a su par por los costados ante la férrea defensa rival.

El cronómetro corría y los de Bordalás vivían cada vez más tiempo en campo rival, tratando de ensanchar con los carrileros, pero sin encontrar huecos por los que hacer daño. El Cádiz aceptó su papel, replegó líneas y trabajó para atar en corto a los hombres valencianistas en último tercio y se empleó incluso con dureza para evitar progresar a los atacantes.

El entrenador blanquinegro trató de deshacer el cortocircuito con un cambio de esquema pasando a defensa de cuatro, introduciendo a Ilaix por un central y adelantando la posición de Soler para buscarlo entre líneas.

Las modificaciones tampoco consiguieron su co’metido. El Cádiz seguía sin hacer daño, pero el Valencia continuaba siendo incapaz de traducir el dominio en ocasiones. Ni centros precisos, ni pases a la espalda de los centrales ni tampoco desborde en el uno contra uno. Al equipo se le apagaban las luces en la zona decisiva del campo y el tramo final no tuvo más historia que la expulsión de José Mari por doble amarilla.