El plan del Valencia para la final de Copa tiene un pilar fundamental en la figura de Gabriel Paulista. Sobre el central brasileño ha descansado buena parte de la mayor fortaleza defensiva de los dos últimos meses y la reactivación clasificatoria del equipo. Su lesión en Vallecas, a falta de conocer el alcance exacto, supone un quebranto para José Bordalás, que podría perder en el partido más importante de la temporada no solo a su central más expeditivo y experto, sino también a uno de los líderes del vestuario y uno de los futbolistas con mayor conexión emocional con la grada.

Su presencia de momento está en el aire aunque, como ya ha sucedido en ocasiones anteriores, en las que incluso ha llegado a recortar plazos o forzado para jugar, Paulista hará todo lo posible para ser de la partida contra el Betis.

El regreso de Paulista, el pasado 26 de febrero en Mallorca después de tres meses lesionado en los que logró esquivar el quirófano, fue el punto de partida de la escalada del Valencia. Desde aquel 0-1, que incluso tuvo su propia rúbrica con un gran disparo desde fuera del área, el equipo de Bordalás dos goles en seis partidos oficiales, cinco de Liga y uno de Copa del Rey. Solo en uno de esos encuentros, Paulista estuvo ausente, al descansar por precaución en Elche (0-1). El bloque, en la mayoría de esos partidos, se asentó sobre una defensa de cinco, con dos centrales y un carrilero avanzado, que permitió al Valencia tapar la descontrolada hemorragia de goles en contra y, a pesar de perder músculo atacante, comenzar a sumar y crecer. Sin alardes, pero sin pausa.

La alteración del dibujo

En esa seguridad defensiva radica en gran parte el optimismo de cara a la final copera contra el Betis, un equipo sobre el papel favorito, con mayor talento, jugadores técnicos y con una apuesta netamente atacante. Existía la confianza de que, con la portería sellada, el duelo del próximo 23 de abril en la Cartuja se parecería más bien poco al precedente en LaLiga disputado en la primera vuelta en el Benito Villamarín, en la que la superioridad bética fue aplastante.

Sin embargo, una eventual baja de Paulista en la final obligaría a Bordalás, de primeras, a tener que renunciar al esquema de tres centrales. Las alternativas no acaban de convencer a Bordalás. Bajar a Hugo Guillamón a una posición de líbero, pese a sus aptitudes para la salida limpia de la pelota, supondría perderlo en la medular, donde está plenamente aclimatado. La opción de Eray Cömert sigue todavía verde y solo se ha utilizado en casos de extrema necesidad. Otras carambolas, como situar de central a Dimitri Foulquier, apenas se han utilizado.

Junto a los otros capitanes, José Gayà, Carlos Soler y Jaume Doménech, Paulista es de los escasos futbolistas que ha sobrevivido a la gran convulsión sufrida por la plantilla valencianista en los últimos tres años, desde que se ganara la Copa en 2019 frente al Barcelona y el proyecto de Peter Lim diese un brusco volantazo.

José Bordalás no quiere un Valencia conformista y la mejor prueba de ello es qué sucede después de cada derrota, empate o incluso en periodo de fichajes. Para el entrenador alicantino la entidad de Mestalla es grande, no se puede conformar con estar una temporada tras otra en tierra de nadie y tras empatar contra el Rayo Vallecano volvió su discurso más realista.

Preguntado nuevamente por la propuesta futbolística y el hecho de que su equipo no sea más ofensivo, Bordalás volvió a emplear el término «limitaciones» para referirse a carencias que tiene la actual plantilla blanquinegra. «Todos sabemos que en la primera vuelta hemos tenido momentos de dificultad y tenemos que saber el nivel que tiene el actual Valencia», expuso el entrenador valencianista, que el pasado mercado de invierno ‘apretó’ por un mediocentro defensivo, especialmente tras la marcha de Daniel Wass. Ilaix Moriba no está acabando de cuajar y el central que llegó, Eray Cömert, además, sigue en proceso de adaptación.

No es la primera vez que Bordalás hace alusión a las necesidades que tiene su plantilla y que le harían ser más competitivo. En diciembre y enero fueron constantes sus alusiones a que el Valencia no se podía quedar atrás mientras otros equipos reforzaban sus planteles. Su discurso nunca ha sido conformista ni de limitarse a callar y trabajar con lo que tiene, para Bordalás entrenar en Mestalla es el mayor reto de su carrera como técnico y no contempla la opción de ver al Valencia como un equipo que se perpetúe en el ecuador de la clasificación.

«Tenemos ilusión y un reto. Yo me estoy dejando la salud por el equipo pero tenemos limitaciones. Nos faltan cosas. Los chicos lo dan todo y no se les puede achacar nada», fue quizás la declaración más sentida y reveladora. El alicantino reforzó el perfil honrado y luchador de sus jugadores y cuerpo técnico, pero no escondió que ve a un equipo con carencias para responder a lo que se le debe exigir a un club como el Valencia: «Este es un club muy grande con mucha historia, pero a veces tienes limitaciones y todo el mundo sabe las de este club a nivel económico. A todos nos gustaría pelear la Champions y yo me lo dejo todo para pelear».

Falta de oficio

El término que se puso de moda y que en Vallecas volvió a salir a colación es el de «oficio». El Valencia tiene la plantilla más joven de LaLiga y Bordalás siempre ha señalado esta ausencia de experiencia como una importante carencia dentro de su equipo, que ha perdido puntos por falta de pericia en el manejo de algunas situaciones.

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