Estaba en boca de todos antes del partido. Tanto por el lado bético como por el valencianista. La designación de Hernández Hernández generó polémica y, sobre todo, intranquilidad en el seno del valencianismo. En primer lugar por las últimos arbitrajes sufridos en liga, de los que Bordalás se había quejado abiertamente en rueda de prensa, y, en segundo lugar, por el penalti inventado sobre Casemiro en el Bernabéu que el canario señaló, facilitando así el camino a los blancos para hacerse con la victoria aquella noche.

Hubo jugadas dudosas durante el encuentro, pero ninguna decisión claramente errónea que condicionara el resultado. Hugo Duro cayó dentro del área en un posible penalti, pero ni mucho menos pareció suficiente. De hecho el propio futbolistas del Valencia se levantó rápidamente y no protestó de manera airada. Quien si lo hizó fue Fekir, que también cayó dentro del área tras un choque con Carlos Soler. Hubo más contacto, pero dio la sensación de choque de caderas más que de una falta.

Más allá de jugadas dentro del área, el beticismo pidió una segunda amarilla para Guillamón tras una falta en la que cortó la contra del Betis. El árbitro no se la mostró. Cabe recordar que la tarjeta que sí vio el de L’ Eliana fue quizá demasiado castigo. Por su parte, el Valencia reclamó más castigo para un Fekir que fue protagonista en muchísimas faltas verdiblancas, pero Hernández Hernández le dio impunidad. El galo cometió hasta siete faltas a lo largo del partido antes de ser sustituido, y alguna que otra considerablemente dura. El VAR no fue necesario en una noche de jugadas dudosas, pero ni mucho menos polémicas.