Con la final de Copa del Rey la temporada del Valencia CF ha quedado vista para sentencia en abril. Restan cinco partidos para que acabe LaLiga, pero el club ya sabe qué competiciones jugará el año que viene y cuál será su situación deportiva y económica. Es el momento de empezar a pensar en el futuro y tomar una serie de decisiones que sienten las bases del rumbo al que dirigir el proyecto. Renovaciones, cláusulas de compra, banquillo, estructura, estadio… Hay muchos frentes abiertos de vital relevancia a partir de los cuales dibujar el futuro.

Desde la cúspide de la estructura hasta los protagonistas sobre el verde. Una de las principales dudas que sobrevuela la cabeza de los aficionados es si el tándem Anil Murthy – Miguel Ángel Corona seguirá siendo, al abrigo del feudalismo ejecutivo de Peter Lim, el encargado de confeccionar un equipo que, a pesar de las estrecheces económicas, luche por regresar a Europa o si por contra se apuesta por una revolución estructural al estilo 2017 con la llegada de un perfil ‘Mateu Alemany’ con poder de decisión en el área deportiva.

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Así ha recibido la afición recibe al Valencia CF en Manises Germán Caballero / Manuel Bruque

Un poco más abajo en la escala jerárquica está la figura del entrenador. José Bordalás tiene un año más de contrato y en principio seguirá al frente del equipo, pero teniendo en cuenta las tensiones que hubo el pasado mercado de invierno a propósito del mercado de fichajes y las dificultades que habrá este verano para fichar, no se puede aseverar al cien por cien que el alicantino vaya a quedarse.

Y es que esta es una de las cuestiones esenciales. ¿Hacia qué tipo de plantilla va el Valencia? La última actualización del Fair Play Financiero de LaLiga, el tope del coste de plantilla del club de Mestalla se situaba en 58 millones de euros, el décimoprimero del campeonato. Además, las cuentas anuales del club en diciembre arrojaron unas cifras muy preocupantes y una obligación de vender por una cifra superior a los 30 millones de euros de beneficio neto. La tesitura económica invita a pensar en la venta de jugadores titulares, así como en que habrá francas dificultades para inversiones estratégicas que mejoren la plantilla.

Todos estos asuntos están relacionados entre sí, pues el Valencia se verá obligado a poner mucha imaginación y capacidad de gestión si quiere confeccionar una plantilla competitiva. En ese equipo hay nombres marcados en rojo. En primer lugar están las situaciones de Omar Alderete, que en principio firmará en propiedad tras jugar más de 25 partidos y en segundo, la de Hugo Duro. Sobre el goleador de la final hay una opción de compra de cuatro millones que, aunque se traslada que se va a ejecutar, todavía no se ha hecho efectiva.

Y por supuesto los capitanes. Los procesos de renovación de José Luis Gayà y Carlos Soler están en marcha con la predisposición de ambos por alcanzar un acuerdo y seguir ligados al club de su vida. Los dos tienen el Mundial entre ceja y ceja y son dos jugadores de un caché muy elevado, por lo que para retenerlos habrá que plantear ofertas a la altura. Y nuevamente aparece la cuestión del horizonte que dibuje el club y el camino que trace para lograrlo, pues en ambos casos el proyecto deportivo tiene un peso fundamental para que se convenzan de seguir.

Situaciones como la continuidad de Gonçalo Guedes, la renovación de las cesiones de Bryan Gil o Ilaix Moriba o la capacidad de venta de jugadores con los que no se cuenta como baluartes del proyecto también se tendrán que afrontar. Lo que parece complicado, salvo que llegase una importante inyección de capital por parte del máximo accionista, es que quepan todos los puntales del equipo y que no haya ventas dolorosas. El hecho de no ingresar nada en concepto de competición europea seguirá siendo un lastre.