El Nou Mestalla lleva mucho tiempo en la vida de los valencianistas sin que ninguno de ellos haya podido disfrutar del fútbol todavía en sus gradas. Ayer se cumplieron 15 años del inicio de unas obras que siguen sin reanudarse después de detenerse con el estallido de la crisis inmobiliaria. Desde entonces, la eterna promesa de acabarlas y un diseño que ha sufrido continuos cambios para tratar de adaptarse a cada coyuntura y que se encuentra en el centro del debate entre la directiva del club y la administración, que tiene en su poder una serie de aprovechamientos urbanísticos claves en la finalización del mismo.

Del proyecto que se anunció en 2006 por parte del entonces presidente Juan Soler a bombo y platillo al que presentó el club el pasado mes de julio hay notables diferencias. Tanto estéticas como de dotaciones. Desde la capacidad del parking hasta el acabado de la cubierta, pasando por el aforo han ido sufriendo cambios. Y si desde Meriton quieren llegar a buen puerto en sus conversaciones con el Ayuntamiento para la elaboración de un nuevo marco jurídico tendrán que hacer todavía más cambios.

En 2018, casi 10 años después de la paralización de las obras, el club presentó un nuevo proyecto de estadio más adaptado a la economía de la entidad y con un aspecto muy distinto al primero que se mostró, que presentaba una cubierta metálica y muy luminosa. Con estos cambios, en los que la fachada pasaría a estar hecha con columnas, el club empezó a dejar una serie de lo que se conoce como áreas en bruto. O lo que es lo mismo, partes del estadio que se iban a quedar como estaban en el momento de la paralización de las obras. En 2018, en ese primer planteamiento, el club presentó un diseño en el que se recogía un 24 por cien de áreas.

Este porcentaje ha ido aumentando con las actualizaciones del proyecto, ya que en el primero que presentó el Valencia en 2022, que Mark Fenwick defendió en una entrevista para los medios corporativos en febrero, se recogía un sensible aumento de estas zonas pasando a representar un 29 por cien del espacio. Este año, que ha estado cargado de movimientos, el club ha presentado dos proyectos más durante el periodo de verano.

En el mes de junio, ya sin Anil Murthy en la presidencia y con Sean Bai como cara visible del club, el Valencia CF convocó a los medios precisamente en la estructura de cemento en la misma Avenida de las Cortes y desde allí explicaron la presentación del proyecto con modificaciones. Además de plantear pequeños cambios en el aforo de apertura y algo más sustanciosos en el definitivo cuando se ejecutase la ampliación, explicaron las modificaciones para la fachada y la cubierta. Mark Fenwick, arquitecto, señaló que perseguían la idea de que se pudiera ver «el campo y la ciudad desde el mismo sitio» y como se pudo ver en el vídeo y las imágenes distribuidas por el propio club.

La cubierta superior

De una cubierta metálica que cubría todo el estadio se pasó a una estructura de columnas y techo en 2018. En el último de ellos se introdujo, además, una cubierta fotovoltaica compuesta por una serie de píxeles que acabarían dibujando un enorme murciélago.

Aforo

Es el gran punto de desencuentro con las autoridades y ha variado mucho. Se concibió como un estadio para más de 70.000 personas y de esa cifra no se quieren bajar en el Ayuntamiento para la elaboración del nuevo marco jurídico. En 2018 ya fue la primera vez en la que se planteó la reducción, llevando la capacidad a aproximadamente 62.000. La cifra fue bajando en sucesivos proyectos, de hecho en los primeros dos de 2022 se habló de abrir con menos de 50.000 e ir ampliando en función de las necesidades -aunque sin ningún compromiso de hitos a cumplir- y tras la reunión con Layhoon plantearon abrir con 66.000.