Gonçalo Guedes se marcha del Valencia con la sensación extendida entre el mestallismo de que podría haber sido un futbolista con el potencial sobrado para levantar un proyecto en torno a su figura. Y también de que su venta era un mal irremediable en el actual contexto societario. El atacante portugués se irá al Wolverhampton en el momento de mayor madurez de su carrera, con 26 años, después de su temporada más regular. Con confianza, sin lesiones, con continuidad y una buena cifra entre goles (13) y asistencias (6). Un futbolista, en definitiva, que había encontrado el encaje perfecto en el Valencia tras una trayectoria errática. La dependencia que el equipo valencianista tiene de sus goles y de su influencia atacante hace que el fichaje de su sustituto sea la decisión trascendental de la que dependa, en gran parte, la suerte del proyecto de Gattuso.

En el Valencia se recordará el paso de Guedes como el de un fantástico futbolista, con goles de muy bella factura y momentos muy electrizantes, pero que no llegó a dejar una impronta tan honda como la de las estrellas que le precedieron en la historia moderna del club (de Mendieta a Villa). En buena parte, por el contexto societario que le tocó vivir en el Valencia, poco propicio para el arraigo y para un éxito deportivo continuado. En épocas de proyectos más definidos, como entre 2017 y 2019 con Marcelino García Toral y Mateu Alemany, y en el último año con José Bordalás, en el que la inversión en fichajes repuntó levemente con CVC, el nivel de Guedes mejoró. En épocas de transición y crisis, el atacante de Benavente se dejó llevar y su implicación, por periodos indolente, le hizo pasar por un jugador irrelevante.

No ha gozado de un término medio Guedes en Mestalla. De la electricidad de su primera media temporada en el Valencia, estilete de un bloque ordenado y un proyecto al alza, a etapas de lesiones y de vacío competitivo, sobre todo entre 2019 y 2021. En esos peores momentos, el Valencia le aguantó en el equipo con la confianza de que su tasación de mercado se recuperara cuando Guedes recobrara su potencial real. Sin ser una gran superventa, los 32 millones de euros más bonus que pagarán los Wolves sí se acercan al caché real del atacante portugués.

La irrupción de Guedes en la temporada 2017-18, cedido por el París Saint Germain, fue salvaje. Con potencia, desequilibrio, descaro y remate, un buen Valencia colectivo se apoyó en la capacidad resolutiva de Guedes para llegar a invierno compitiéndole el liderato al Barcelona. Las lesiones y el eterno debate sobre su demarcación en el campo enfriaron su progresión. En el 4-4-2 casi invariable de Marcelino, Guedes tenía inevitales funciones defensivas que deslucían su aportación individual, demasiado alejado del área. Situado como extremo toda su vida en el 4-3-3 del Benfica, rara vez actuaba de segundo punta en el 4-4-2 marcelinista. Guedes debía amoldarse a un equipo de jerarquías muy marcadas en Parejo y Rodrigo. Y no siempre lo consiguió ni siempre llegó a sentirse a gusto. Tras los 5 goles y 11 asistencias de la 17-18, Guedes tuvo un papel intermitente en la siguiente temporada, la del Centenario, ya fichado en propiedad por 40 millones de euros y recibido entre vítores. Eso sí, siempre reservó chispazos de gran calidad, como en la Liga Europa con goles decisivos, como en Krasnodar. Cerró el ejercicio con 8 goles y 4 asistencias, entre Liga, Liga Europa y Copa del Rey.

La trayectoria de Guedes entra en la oscuridad en las dos siguientes temporadas, con Albert Celades y Javi Gracia. En la temporada 20-21 su nivel llega a picos realmente bajos, como en la derrota frente al Real Madrid en Valdebebas, que deja escenas rayanas en el pasotismo. La llegada de Voro, un trabajo psicológico al que contribuyen los capitanes y la proximidad golosa de la Eurocopa, reactivan a Guedes en el tramo final (7 goles y 7 asistencias). José Bordalás logra mantener la regularidad del portugués con una mayor comprensión táctica y una pizarra adaptada a su gusto. Como segundo delantero, con libertad de movimientos, Guedes vivió la pasada campaña su año más regular, formando una gran pareja atacante con Hugo Duro y coleccionando goles decisivos, como en las semifinales de Copa, que recordaban al Guedes que había deslumbrado en 2017.

Ese mismo nivel ha mostrado en los primeros partidos de pretemporada, con la resignación entre la hinchada de que su final como valencianista era inminente, justo cuando la cohabitación con Mestalla era óptima.