«Es un día muy especial y complicado para mi. Gracias al valencianismo y Amunt Sempre». Tragando saliva y la voz a punto de romper, Carlos Soler llegaba ayer por la tarde al aeropuerto de Manises para volar hacia Francia y pasar reconocimiento médico con el París Saint-Germain. Se marcha de Mestalla, con 25 años, 250 partidos y siendo segundo capitán, uno de los últimos grandes talentos de la cantera del club, cuyo peso simbólico para la hinchada aumentaba con los últimos años a medida que el proyecto de Peter Lim se desarraigaba. El centrocampista de Torrefiel deja el Valencia por una cifra que, con bonus incluidos, ligeramente superior a los 20 millones de euros y firma por el club parisino hasta 2027.

Ha sido la dolorosa crónica de un traspaso anunciado, temido desde hace meses y asumido en silencio. A primera hora del pasado martes, el Valencia y el PSG llegaban a un acuerdo para el traspaso de Soler, refrendado con el “ok” de Peter Lim. Por la tarde, las condiciones de pago enviadas por Nasser Al-Khelaïfi, presidente del París Saint-Germain, no convencían a los valencianistas. Un papeleo que quedó definitivamente resuelto ayer por la mañana y permitió al jugador viajar a Francia.

Un día antes del acuerdo, el lunes, en la tarde en la que Edinson Cavani pasaba el reconocimiento médico previo a su fichaje por el Valencia, la presidenta Layhoon Chan y la agencia de representación de Soler se reunían en un último intento desesperado de ofrecer una renovación de contrato. Una acción que era más un efectismo de cara a la galería que una maniobra sólida para cambiar el curso de las negociaciones. La oferta, básicamente, era muy parecida a la que el jugador había rechazado en invierno, con un leve incremento por objetivos, pero alejada de los 4 millones netos al año que el entorno de Soler había planteado para avanzar en las negociaciones.

No obstante, más allá del dinero, la decisión de Soler estuvo fundamentada en el fútbol. En la presentación de un proyecto solvente a largo plazo acorde a sus aspiraciones y que no se modificó en los siguientes meses de inacción, todavía con Anil Murthy en el cargo de presidenta. Fue entonces cuando Soler dio el paso de decidir que debía abandonar el club y encarar otra época profesional y vital. La salida sería en verano o en la ventana del mercado de enero porque un factor que tenía literalmente «traumatizado» al jugador era abandonar el Valencia sin dejar dinero en el club. En espera de la aparición de un club acorde a sus exigencias, la oferta deportiva y económica del PSG decantó definitivamente la decisión.

Las cuentas de Guedes

La negociación entre el Valencia y el PSG fue rápida, entre clubes con excelentes relaciones y el nexo común de Jorge Mendes. Los 13 millones de euros, a plazos, que el Valencia tenía pendientes de abonar por el fichaje de Guedes en 2018 (40 millones), ayudaron a encajar las piezas.

Comienza una aventura que Soler se toma como un reto personal y con el reto de no perder posiciones de cara al Mundial de Catar. En la plantilla parisina, Soler ya tiene buenas amistades a las que se une la de Fabián Ruiz, mediocentro del Nápoles fichado por el PSG esta misma semana y que es amigo íntimo del ya exvalencianista.