Desde que accediera al control del Valencia hace ocho temporadas, Peter Lim encadena unas pérdidas acumuladas de 180,1 millones. En el último año, la caída ha sido la más drástica en toda la gestión del empresario singapurés, con 45,8 millones de pérdidas que se recogen en las cuentas que el club de Mestalla presentará a sus accionistas, en la junta general del próximo 12 de diciembre. Fuera del ejercicio se contabilizaron las ventas de Guedes y Soler, por 52,9 millones. La fragilidad financiera del club es alarmante, aunque el club defienda que el desfase se debe a la apuesta de congelar las ventas en 2021 para estimular una reacción deportiva que no tuvo lugar.

Sin embargo, solo en un ejercicio, el 18-19, se cerró con un superávit de 1,3 millones, coincidiendo con el título de Copa del Rey, la segunda clasificación consecutiva para la Liga de Campeones y la cosmética contable del trueque Neto-Cillessen. Una realidad que ya queda lejana en la actual tesitura del club, con tres años sin Europa que han reducido prestigio y la vía de ingresos por competiciones deportivas y ha obligado a la entidad a reducir drásticamente el coste de la plantilla, menguando cada año su potencial y obligando a vender a sus mejores activos al quedar lejos de los objetivos. En una temporada se pasa de un coste de plantilla de 110,9 millones a 73,4 millones, con los que equilibra el “fair play”, pero con un menor músculo deportivo.

En el informe de auditoría se reconoce de forma implícita que el Valencia, otro año más, se encuentra técnicamente en causa de disolución, ya que el patrimonio neto vuelve a bajar y pasa de 10,2 a los 8,03 millones, es decir, una cifra por debajo de la mitad del capital social. No obstante, el Valencia esquiva la causa de disolución con una doble maniobra: el club ha recibido 34,4 millones del préstamo participado del fondo CVC, con 462.000 euros amortizados. La otra acción para oxigenar las cuentas es con la aprobación de una «operación acordeón», con una reducción de capital del 83% para ampliarlo simultáneamente con la capitalización de uno de los préstamos, por valor de 16,5 millones (más 1,1 millones de intereses) que Lim concedió al club. A efectos prácticos, el magnate singapurés aumenta su porcentaje de dominio accionarial, del 90,1% al 91,6%, pero en una entidad absolutamente más devaluada: con un primer equipo forzado al pago de pocos traspasos para reforzarse y en una entidad en la que el valor nominal de las acciones se desploma a 1 euro por título (en 2014 Lim pagó 67,75 euros por cada acción).

El club, además, tuvo que aplazar el pago de 10,4 millones de las fichas que se debían abonar en febrero a los jugadores, entregándose pagarés que vencen a final de año con la garantía del 7,5 % de los derechos televisivos.

Para la próxima temporada, el club prevé un presupuesto de 109 millones de euros incluyendo 14,7 en beneficio neto de jugadores y contemplando unas pérdidas de 9,7 millones. En ingresos se vuelve a contabilizar la partida de abonos, con 13 millones, y descienden los derechos de televisión de 70 a 68 millones.