Ni bronco, ni copero

Un Valencia, destartalado en defensa, cae eliminado de la Copa frente a un Athletic Club absolutamente dominador y Mestalla explota. Solo queda lucha por la permanencia en LaLiga

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Bloqueado en la alarmante falta de contundencia defensiva, al Valencia se le fue la última esperanza a la que aferraba la temporada, la Copa del Rey. Del marchitado equipo de Gattusoya no queda ni aquella expresión gestual guerrera con la que el calabrés aterrizó en Mestalla, no opuso resistencia a un Athletic que siempre tuvo bajo control el encuentro, finiquitado con un justísimo 1-3. Ernesto Valverde dictó en todo momento el ritmo de partido que interesaba a los leones, incidiendo en las visibles limitaciones del conjunto blanquinegro. Unas necesidades que no encuentran respuesta de mercado a falta de cuatro días para el cierre. Mestalla convocó la caldera de las grandes ocasiones. Pero su Valencia ha dejado de ser bronco y copero. No hubo ni arreó épico a la desesperada. Ya se puede y se debe hablar de crisis, en mayúsculas. Queda la Liga en la que el único objetivo pasa por la permanencia.

Desfilando junto a un precipicio discurrió la primera parte, desde el momento que el Athletic Club hincó los colmillos en la salida de pelota del Valencia y trasladando muy pronto una sensación de fragilidad en los locales con la que se contagió todo Mestalla, que había tributado la bienvenida calurosa a su equipo que marcaba la etiqueta del torneo. El partido había tenido la presentación ideal, con cinco minutos agresivos de los valencianistas y una falta lateral de Gayà que no llegaron a embocar en el área pequeña ni Diakhaby, ni Lino. Un oasis que no tardó en evaporarse, antes de que el Valencia hundiera los pies en el desierto.

Se esperaba un Athletic buscando la espalda de los laterales con Nico Williams y Berenguer. O amenazante con la pelota parada a cargo de Muniain. Sin embargo, solo con una presión adelantada logró bloquear a un Valencia que ni tiene la calidad en sus centrales para insistir siempre en esa propuesta, sino que además empieza a ejecutarla cada vez con menos convicción, habida cuenta de la reiteración de errores. Sin la elegancia de antaño de los Arias y Djukic, el Valencia tardó en accionar la alternativa de los cambios de orientación en largo de Guillamón, o el pelotazo para que Cavani bajara y protegiera la pelota y su equipo ganase metros y rebajase algo su psicosis. Faltaba André Almeida, ausencia por sorpresa en el once, en una probable apuesta de Gattuso por tener alternativas de calidad desde el banquillo si el partido se hacía largo con el empate. No iba a ser esa la historia del duelo.

Avisaron los visitantes tras una de tantas recuperaciones en campo rival, con una opción para Iñaki Williams de tacón en el minuto 19 que Cömert tapó lanzándose abajo. En el 34, y tras otro robo en la salida, el mayor de los Williams la bajaba de cabeza para que Munian, muy liberado, volease a placer. Entró el Valencia en zozobra, con el Athletic insistiendo en su fórmula tan sencilla para buscar la sentencia antes del descanso. Cavani, aislado, levantaba los brazos como el Cristo del Corcovado, sin poder entrar en acción. El Valencia sólo sacó recursos desde la desesperación de las aventuras individuales que pillaron por sorpresa a la organizada zaga vizcaína. Cömert se marcó un eslálom, sin ser acompañado por nadie. Y Diakhaby apareció por el extremo para sorpresa de todos, hasta de los espectadores. Se coló por el pasillo hasta la cocina y su pase raso fue empujado a la red por De Marcos en el intento de despeje.

El gol, casi sin merecerlo, llegaba en el mejor minuto psicológico posible, justo antes del descanso. Pero apenas 60 segundos después, el Athletic volvía a decantar la balanza. Con otra pérdida inocente, seguida de otra falta de contundencia para defender el resto de la jugada. Como en el primer tanto, Iñaki pudo proteger el balón para asistir, esta vez a su hermano Nico.

Gattuso introdujo un cambio en el descanso, con Cenk por Diakhaby. Un intento por limpiar el filtro de los pases, pero la realidad es que el partido seguía siendo muy cómodo para los athleticzales, que llegaban con mucha claridad al espacio. Tres jugadores con chispa, André Almeida, Hugo Duro y Fran Pérez no tardarían en entrar, por Cavani, Castillejo y Musah, en busca de acelerar un partido que estaba muerto. El Valencia ganó otro ritmo, Mestalla subió un tono su griterío, se protestaba con más energía la parsimonia de Agirrezabala para sacar de puerta y el Athletic pareció dar un paso atrás. Era el plan lógico en ambos equipos.

El VAR detectó el penalti de Cenk sobre Nico Williams, ejecutado por Vesga. Quedaron veinte minutos, que fueron el dibujo de una crisis en carne viva, en la que los cánticos no fueron hacia la remontada sino que apuntaron a 11.000 kilómetros, al epicentro de todos los problemas.