Diferencia insultante que acerca la zona de descenso (3-0)

El Valencia CF naufragó en el Metropolitano en el peor partido desde la llegada de Rubén Baraja. El Atlético hizo lo que quiso con los valencianistas en una dolorosa demostración de estar muchísimos escalones por encima

Giorgi Mamardashvili, despejando bajo palos

Giorgi Mamardashvili, despejando bajo palos / CHEMA MOYA

Pau Pardo

El Valencia CF naufragó en el Metropolitano en el peor partido desde la llegada de Rubén Baraja. El Atlético hizo lo que quiso con los valencianistas en una dolorosa demostración de estar muchísimos escalones por encima en todos los sentidos. Los del Cholo Simeone jugaron a placer, transitaron y se divirtieron sin pagar peaje por la fantasmal medular valencianista y vivieron con la defensa a muchos metros de su portería ante la escasa -o nula- amenaza que infligía el combinado de Mestalla. Solo Giorgi Mamardashvili evitó una goleada todavía más dolorosa que el 3-0 final a un equipo que se marcha al parón con malas sensaciones y con la amenaza del descenso muy presente.

El Atlético saltó al campo en su versión más ofensiva. Los de Simeone embotellaban al Valencia aplicando una rápida circulación de la pelota y jugando de manera coral. Los de Baraja trataban de resistir a nivel posicional, pero la realidad es que cuando los colchoneros juntaban más de tres pases seguidos le daban al juego una velocidad imposible de seguir para los blanquinegros. Lo probaron los rojiblancos con Llorente y Memphis antes de tener la más clara previa al gol, una jugada casi ‘cruyffista’ que acabó en un disparo de Depay que obligó a Mamardashvili a salvar al equipo por primera vez. El georgiano detuvo ese disparo a bocajarro exhibiendo reflejos con una atajada antológica.

La resistencia valencianista duró solo 22 minutos. El Atlético hilvanó una rápida transición que acabó con Griezmann aprovechándose de un control orientado para superar a Cenk y definir a placer para los suyos. Golpe duro para un Valencia que las estaba ‘viendo venir’. Cualquier conato de reacción, además, se ahogaba pronto porque la agresiva y enérgica presión tras pérdida colchonera convertía las posesiones blanquinegras en una especie de juego por evitar la pérdida más que en un arma para hacer daño a su rival.

Polémica que perjudicó al Valencia

Se pudo meter en el partido el equipo de Baraja con un gol de Hugo Duro que anuló el colegiado después de ir al VAR y revisar una falta previa de Foulquier. El lateral de Guadalupe pisó sin querer a Depay y le quitó la bota, suficiente para que Martínez Munuera lo invalidase después de mirar mucho la acción. Se indignó un Valencia al que el videoarbitraje le volvía a intervenir en contra y en una jugada parecida, por ejemplo, a la de Valladolid, cuando no se anuló el tanto de Larin por falta a Kluivert

Aún quedaría tiempo en el primer acto para otra gran parada de Mamardashvili, que puso la mano abajo ante un disparo de Carrasco. El Valencia trataba de reaccionar con más corazón que cabeza, sin encontrar la claridad para hacer daño en el último tercio.

Y la segunda mitad arrancó igual que la primera, con el georgiano deteniendo un disparo cercano. Obró el milagro una vez, pero no dos. Y es que en la misma jugada y después de superar a Foulquier con una simple pared, Carrasco se a cambió de palo a Giorgi para poner el segundo.

Sin opción

Estaba siendo vapuleado el Valencia, que no tenía ideas con balón y que era un juguete en manos del Atlético. Pasada la hora de juego una pérdida de Guillamón desembocó en una contra perfectamente llevada por los locales y que terminó en el tanto de Lemar en el segundo palo.

Tras el tanto el conjunto local hizo cambios y bajó el pistón. En ese contexto los blanquinegros rozaron el gol con un remate de Samu Lino que tocó en el palo.

El partido ya no tenía más historia que esperar a que el tiempo se cumpliese y no agrandar la herida más todavía porque siguen quedando muchas finales y el peligro de que el ‘rodillo’ atlético causase más estragos era real. Lo intentó maquillar el equipo por ‘vergüenza torera’, pero sin demasiado éxito. Pasó por el dentista el Valencia.