El Valencia CF no fue equipo de ningún régimen

El club de Mestalla nació con un espíritu de transversalidad para representar a todas las clases sociales, al contrario que el Gimnástico, identificado con el clero y el ala más conservadora de la ciudad

Alineación del Valencia CF en el año 1934, durante la II República.

Alineación del Valencia CF en el año 1934, durante la II República. / Levante-EMV

J.M. Bort

J.M. Bort

El Valencia Football Club, hoy Valencia CF, nunca fue equipo del régimen. No estrechó lazos con el franquismo como tampoco lo había hecho antes con los distintos gobiernos de la II República. Al contrario que el FC Barcelona y otros clubes españoles que entregaron la insignia de oro y brillantes a Franco, el club de Mestalla no mostró señales de adhesión a la Dictadura. Sí que lo hizo el Levante. La entidad granota adscribió su fusión entre el Gimnástico y el Levante FC a la delegación de deportes de Falange Española en 1939 bajo el nombre del UDLG, antes de pasar a denominarse Levante UD en la temporada 41-42. En el escudo de aquel ‘nuevo’ Levante figuraban el yugo y las flechas de Falange Española y de las JONS, y la Cruz de Santiago.

“El Valencia CF nació con la aspiración, desde el mismo día de su fundación, de ser un club transversal y ahí radica su éxito social”, explica el profesor y divulgador de la historia del Valencia CF José Ricardo March. El club fundado en una mesa del bar Torino en 1919 nunca tuvo una clara orientación política. “A diferencia de lo que ocurrió con el Gimnástico, el Valencia no aspiró a representar a una única clase social, sino que se abre a todos los estratos. Esa apertura permite que entre sus aficionados puedan haber desde anarquistas hasta conservadores”, afirma.

“A diferencia de lo que ocurrió con el Gimnástico, el Valencia FC no aspiró a representar a una única clase social, sino que se abre a todos los estratos"

Cuando el Valencia se creó en 1919 sin ninguna identidad ideológica, el Gimnástico era el equipo que representaba a las clases conservadoras de la ciudad, además de su estrecha relación con el clero. Sus raíces están en la orden religiosa de los Jesuitas y en el Patronato de la Juventud Obrera, también religioso y adscrito al régimen después de la guerra.

“Lo más cerca que el VCF ha estado de identificarse con un ideario político fue en la época de Paco Roig, cuando fue utilizado como un instrumento al servicio del PP, y un poco más adelante con aquella pancarta que ‘Agua para todos’ en la que el club de Mestalla se decantaba a favor del gobierno valenciano en la demanda del PP para el trasvase del Ebro. “Es la etapa más clara de cohabitación con un gobierno de un signo concreto", explica March.

“Como todos los clubes, el Valencia CF ha tenido vínculos con diferentes tipos de gobiernos o partidos políticos, pero en realidad nunca ha sido un club de régimen”, subraya March.

Cuño y escudo del Levante UD en 1939.

Cuño y escudo del Levante UD en 1939. / Levante-EMV

En aquella mesa del bar Torino donde se fundó el Valencia CF, recuerda el divulgador de la historia del club. “había militantes de facciones republicanas diferentes, así como un comerciante de ideas conservadoras, Gonzalo Medina, y un militar, lo que ejemplifica esa transversalidad”. Aquel equipo tuvo los mismos vínculos con el republicanismo, representado por el partido fundado por Blasco Ibáñez, el PURA, como con el ala conservadora. El mismo partido al que pertenece, casualmente, el blasquista Juan Bort, alcalde de València en marzo de 1919, cuando se funda el club, y a quien le sustituye ese mismo año Ricardo Samper, que llegaría a ser presidente del Consejo de Ministros durante el gobierno de Manuel Azaña. Los dirigentes del Valencia son más o menos conservadores hasta que llega a la presidencia el blasquista Jiménez Cánovas.

“En la temporada 39-40, el Valencia era un equipo decantado netamente hacia el Ejército, fundamentalmente porque había una batalla soterrada en valencia para hacerse con un poder de masas entre el Ejército y la Falange. El Valencia CF consiguió más o menos asociarse al primero, mientras la Falange acabó contentándose con el Levante”, explica March.

Es cierto que Luis Casanova, presidente del club entre 1936 y 1959, etapa en la que el Valencia CF conquistó 3 ligas y 3 copas del Generalísimo, fue un hombre muy bien situado en pleno franquismo, "pero no estrechó lazos entre el club y su ideología, hasta el punto de que integra a represaliados por el régimen como Manuel Sala o José Cano Coloma en sus juntas directivas. Su sustituto, Vicente Iborra, que había sido director general de Comercio durante la República, también había sido miembro del PURA".

Pese a su reconocido talante conservador, Julio de Miguel, presidente entre 1961 y 1973, "aglutinó a diferentes sectores sociales". "De hecho, algunos de los directivos del club durante su mandato habían sido represaliados durante la guerra, al mismo tiempo que inicia la apertura del club a México", afirma March.

"La respuesta de los valencianistas a la emisión de unos bonos para reconstruir Mestalla fue un auténtico éxito. Reportaron 35 millones de pesetas"

Sobre la supuesta participación colectiva del club en ‘la batalla de Valencia’, hay debate. Su entonces presidente, José Ramos Costa, era hijo de Ramos Chiva, que había sido miembro del PURA. El escritor Rafa Lahuerta explica en su libro ‘La balada del Bar Torino’ que si uno presta atención a las actividades del Valencia CF en los años 70, no se le puede considerar un club trasnochado ni vinculado a la derecha.

Bonos de 500 pesetas tras la riada

Antes, mientras el FC Barcelona obtuvo varias recalificaciones de terrenos, el Valencia CF se las había arreglado por su cuenta para rehabilitar el estadio de Mestalla tras la riada de 1957, que lo dejó semidestruído. Bajo la presidencia de Luis Casanova, el club decidió ampliar el aforo a los 45.500 espectadores, para lo que hubo que adquirir unos terrenos de la Comunidad de Regantes de la Acequia de Mestalla y construir nuevos graderíos. No fue fácil encontrar el dinero. Un crédito concedido por el Banco Hipotecario y la emisión de 70.000 bonos de 500 pesetas. más una ayuda del entonces presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, permitieron convertir Mestalla en un estadio de postín. La respuesta de los valencianistas fue un auténtico éxito. Se cerró la emisión de aquellos bonos, que reportaron 35 millones de pesetas. El club los devolvió, durante un plazo 15 años, con unos intereses medios del 5 por ciento.