Cuando Mestalla vence al olvido

"Tengo 91 años, creo ¿Mi pase? Estaba en el sector 5, fila 6, asientos 40 y 41". Antiguos socios del Valencia con deterioro cognitivo rememoran recuerdos de juventud vinculados al fútbol con una visita a Mestalla, acompañados de exjugadores como Guillot, Giner, Adorno y Catafau.

Cuando Mestalla vence al olvido: así son los 'Talleres de Reminiscencia a través del fútbol'

Arturo Iranzo

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Ante las puertas de la Tribuna de Mestalla el tiempo se detiene y la memoria resiste con historias indestructibles. Fue allí, enfrente del estadio, una madrugada de invierno a finales de los años 90, cuando Juan Ramón Santiago, el gran capitán de los años 40, fue encontrado por sus hijos, con pijama y pantuflas, plantado ante el castillo. Aquejado de deterioro cognitivo, el legendario defensa vasco se había escapado de casa, en el número 5 de la Gran Vía Ramón y Cajal, y había cruzado media ciudad hasta llegar al santuario, el lugar al que acabaron acudiendo desesperados sus familiares. “¿Qué haces aquí, papá?”. “¿Cómo que qué hago? ¡Esperando a que abran, que hay que entrenar!”. Llegaron más réplicas de intentos de fuga, con Mestalla siempre como destino, como refugio. Con su centenaria existencia, el estadio del Valencia representa un espacio familiar, vinculado a costumbres y recuerdos felices compartidos durante décadas y que tejen parte de la historia de la ciudad. Un disco duro que resiste para generaciones enteras de valencianistas.

José Vicente Hurtado, fiel aficionado, cierra los ojos y se concentra para responder cuántos años tiene. “Noventa… y uno creo”, descifra, como dudando. Sin embargo, contesta de inmediato cuándo se le pregunta la ubicación de su asiento en Mestalla desde los años 50. “Sector 5, fila 6, asientos 40 y 41”. José Vicente, que quiso ser delantero de joven, lo recita de carrerilla, como una alineación clásica, como la del once del Valencia que el 20 de junio de 1954 ganó la final de Copa al Barcelona por 3-0. Allí, en Chamartín, con 21 años, presenció la exhibición de un equipo que enumera de memoria, con pausas entre los bloques de demaraciones, a la manera clásica: “El portero era Quique. Luego Quincoces, Monzó y Sócrates”. El ritmo se acelera en los siguientes nombres inmortales: “Pasieguito y Puchades…”. “Y Mañó, Fuertes, Badenes, Buqué y Seguí”, levantando la voz, como una traca final.

José Vicente, que entraba a Mestalla en los años de la delantera eléctrica saltando la acequia junto a las taquillas, forma parte junto a otros antiguos socios y socias del Valencia residentes en el centro Ballesol del proyecto “Talleres de Reminiscencia a través del fútbol”, impulsado por la Fundación LaLiga y la Federación Española de Asociaciones de Futbolistas Veteranos (FEAFV), en la que está incluida la Asociación de Futbolistas del Valencia. En su segunda temporada, el programa pretende estimular en aficionados con deterioro cognitivo y alzhéimer la recuperación de aquellos recuerdos asociados a la infancia, la juventud y la madurez a través del fútbol.

La cita es a las 11:30 de la mañana, en la puerta de Mestalla. Acompañados de familiares, de cuidadoras y una psicóloga de Ballesol, así como de los exfutbolistas Ferran Giner, Miguel Ángel Adorno, Vicent Guillot y Juan Catafau, que participan de las sesiones para ayudar a refrescarles los recuerdos.

Un momento de la visita al vestuario del Valencia CF.

Un momento de la visita al vestuario del Valencia CF. / F. Calabuig

El rugido de Crespo

Las caras son de timidez a la entrada del tour por el estadio, con un silencio compartido solo desafiado por las miradas inquietas ante la inmensidad de Mestalla, su casa tantos miles de domingos. Tras la emisión de un vídeo histórico del club, explicado por el guía, es Enrique Crespo, de 82 años y vecino de Manises, el primero en alzar la voz: “¡Visca el Valènciaaaaaa!”. El rugido de Crespo, toda una vida entre la fábrica de cerámica y Mestalla, rompe el hielo y Giner dispara las preguntas. De forma algo caótica, frente a la sala de trofeos, los recuerdos van emergiendo. Alineaciones, goles, recuerdos de la primera vez, de la huerta que rodeaba al estadio, de las vías de la estación de Aragón en las que se perdían algunos balones…

Pilar Álvaro, de 85 años, cogida de la mano de su nieta, pide la palabra: “Yo recuerdo estar en una final contra el Athletic y creo que la ganamos”. Se refiere a la Copa ganada en 1967, en Madrid, contra los leones. El exdelantero Guillot, que jugó el partido, recompone el puzzle: “Así es, ganamos 2-1, yo jugué, pero no marqué”. Pilar sí recuerda, en cambio, su butaca en Mestalla, intacta en la memoria, como si fuese un número de teléfono o una fecha de nacimiento: “Sector 5, fila 9, asientos 39 y 40”. Llegó a ser de las socias más antiguas del club, antes de dejar de ir por motivos de salud. Incluso conservaban en casa los viejos carnés, antes de que la dana arrasase con ellos.

Las conversaciones siguen en el pequeño museo, en el vestuario local que a la mayoría les parece pequeño (por decisión de Rafa Benítez, que quitó espejos y comodidades). Las fechas bailan, algunos partidos son imprecisos, como una final contra el Real Madrid que Elvira Cortés, de 68 años, asegura que vio en Mestalla. En ese punto, son los antiguos ídolos los que entran al quite, refrescan alguna efeméride y recuerdan sus hazañas. La misión de conservar la memoria también es un acto de justicia con los exfutbolistas, a menudo olvidados en un deporte que vive de un presente tan fugaz y corrosivo como el fútbol. De ese modo es como ‘el Ruso’ Adorno, de 75 años, recuerda que le tiró un caño a Pelé en un Racing de Avellaneda contra Santos. Y que sí fichó por el Valencia en 1971 fue porque Di Stéfano se acordaba de una exhibición suya cuando era entrenador de Boca Juniors.

A Guillot le vienen a la cabeza las noches europeas de los 60. El frío que pasaron en Basilea: “Me dieron una patada y el médico me dijo que pusiera el pie en la nieve que habían retirado a la banda”. O la pista de patinaje con tacos de hierro en Dumferline, donde perdieron 6-2. O la batalla de Elland Road, contra el Leeds United, en la que un canchero Manolo Mestre desató la furia del gigante Jackie Charlton, que se puso a boxear con medio Valencia sin que los “bobbies” pudieran frenarlo. Suspira feliz, Guillot.

El proyecto 'Talleres de Reminiscencia a través del fútbol' visita el césped del Mestalla

El proyecto 'Talleres de Reminiscencia a través del fútbol' visita el césped del Mestalla / F. Calabuig

Transmitir recuerdos

“Para nosotros esto es importantísimo”, recalca Adorno. “Nosotros les transmitimos recuerdos, les enseñamos fotografías…y van recordando goles, el primer partido que vieron en Mestalla. Giner, presidente de los veteranos valencianistas, destaca que a través de estas personas “con deterioro cognitivo, que han asistido a Mestalla en los años 40, 50 y 60, la Asociación pretende destacar los valores del deporte y del valencianismo. Es precioso ver cómo van recordando partidos con sus padres y nietos”. “Es una responsabilidad grande, pero los más entusiastas somos nosotros. Ver sus caras de ilusión cuando llegamos nosotros, los jugadores de fútbol, a conversar con ellos”, añade el exdelantero chileno Catafau. Lo más bonito de estas conversaciones para Guillot es “que me hacen recordar momentos de mi carrera deportiva, me hacen sentir joven...”.

La visita acaba a los pies del terreno de juego, con la luz del mediodía posada sobre el estadio. El gran jardín de los recuerdos invencibles. Los de Juan Ramón, Guillot, Pilar, Elvira y el resto del pueblo de Mestalla.

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