Punto de impotencia en Mestalla

Una falta tan polémica como tonta de André Almeida puso el partido cuesta arriba para el Valencia, que pudo empatar en el segundo tramo pero no rematar una remontada que mereció

Hugo Duro, aplaudiendo

Hugo Duro, aplaudiendo / Levante-EMV

Rafa Jarque

València

El Valencia disfruta de viento de cola en Mestalla y volvió a aprovecharlo para llevar la batuta en un partido ante el Espanyol que, a los puntos, mereció ganar. El buen inicio de los de Corberán no tuvo premio, y una acción tan polémica como tonta con Almeida como protagonista desencadenó en el 0-1 del Espanyol. Tras el paso por vestuarios, mismo guion hasta que Javi Guerra volvió a igualar la balanza tras una magistral asistencia de Rioja. En el tramo final el fútbol no fue justo con un Valencia que mereció el triunfo y el duelo entre los dos equipos más mejorados en la segunda vuelta de LaLiga terminó en empate. Un nuevo pasito para una permanencia que parece conseguida, y un leve frenazo a las aspiraciones europeas.

Empieza a ser habitual que los partidos del Valencia CF se desperecen con centros laterales desde cualquiera de los dos costados. Mestalla disfrutó de un inicio de partido parecido al de Vallecas: con un Valencia valiente con ganas de mandar. La presión alta y la zaga defensiva adelantada empezó pronto a dar sus frutos a la hora de recuperar, y el Espanyol se sintió agobiado en los primeros compases. Más todavía con el primer acercamiento del partido, un centro de Gayà que encontró el remate de Hugo Duro sin demasiado peligro, pero que sirvió para marcar un línea clara del partido. Al equipo de Carlos Corberán le estaba funcionando el plan y no habá ningún motivo para cambiarlo. Continuó la presión tras pérdida y el colmillo por las bandas, que volvió a generar una ocasión, la segunda del choque. De nuevo Gayà al centro, esta vez al segundo palo, y de nuevo Hugo Duro como receptor, aunque no estaba en posición de buscar portería. El rechace de la defensa perica le cayó a Barrenechea, que probó fortuna con la izquierda pero se le marchó muy desviado.

No era un monólogo del Valencia pero se le parecía. El Espanyol, el equipo más mejorado en la segunda vuelta junto al conjunto de Mestalla, no había presentado todavía sus cartas pero, cuando lo hizo, provocó que la afición del Valencia contuviera la respiración durante un segundo largo. Fue un balón largo a campo rival que recayó en las botas de Edu Expósito. El centrocampista del Espanyol, sin mucha ayuda en el horizonte, compró un boleto y a punto estuvo de llevarse el premio. Su zapatazo, que superó a Mamardashvili, se estrelló directo en el palo. Una buena forma de quitarse las legañas y de infundir algo de miedo a los de Corberán. Consecuencia directa o no, la realidad es que funcionó porque el Valencia, que no cambió su actitud valiente, perdió levemente la sensación de control. El Espanyol comenzó a llegar más a menudo al área de Giorgi y las gotas de sudor en la frente de los zagueros blanquinegros era cada vez más gorda.

Polémica de Pulido Santana

Un partido tan atractivo pedía de una jugada a la misma altura que lo estrenara, pero tuvo que conformarse con una acción muy tonta de André Almeida. El portugués se precipitó yendo al suelo en una zona peligrosa y, aunque en la misma acción recibió un pisotón de Carlos Romero, el colegiado decretó falta por la segada. El que se había topado previamente con el palo, Edu Expósito, asumió galones, consciente de que tiene un buen pie. Centró fuerte y raso, a la zona de conflicto, y ahí lo que apareció fue el pie de un Puado en estado de gracia para batir a Giorgi. 0-1 y partido cuesta arriba por una tontería. Con los pericos desplazados celebrando el tanto, el Valencia quiso responder rápido y casi lo logra. De nuevo con un buen centro de Gayà, que esta vez encontró a Javi Guerra, pero su cabezazo lo detuvo Joan García. Jugadores a vestuarios.

Conscientes de que había funcionado a nivel de crear ocasiones, y además acentuado por el marcado adverso, el Valencia planteó el mismo guion de presión en los primeros minutos de la segunda mitad, y le volvió a servir para tener el mando del partido. Corberán le dio una última oportunidad a Almeida, pero el portugués no consigue ser diferencial, y rápidamente dio entrada a Rafa Mir para jugar con dos puntas. Y tal como ocurrió en Vallecas, Corberán acertó con sus hombres de refresco. En una acertada salida de balón, Rafa Mir condujo varios metros en solitario hasta pisar área contraria y, cuando se dio cuenta que se había metido en un pequeño lío, retrasó el cuero para un Luis Rioja que dibujó una jugada preciosa. El sevillano carcoleó brevemente antes de filtrar un balón medido que esperaba la llegada de Javi Guerra. El canterano no falló a su cita y batió a Joan García con un remate cruzado. Premio para el Valencia y para un Rioja que estaba siendo el jugador más destacado en ataque.

Con el empate en el bolsillo, el Valencia no retrasó líneas pero sí trató de asumir menos riesgos. Entonces el choque entró en su tramo más tranquilo, con ambos conjuntos tratando de analizar la situación y decidiendo si debían ser ellos los que asumieran más riesgos que el rival. En ese escenario, la posesión era del Valencia y las contras del Espanyol, pero detrás estaba Tárrega para sofocarlas.

Caía el crono y los dos equipos, ya con la permanencia encarrilada y con la única motivación del difícil sueño europeo, decidieron asumir riesgos, sobre todo el Valencia, que no perdió el mando en ningún momento. Pasado el minuto 80, la banda izquierda volvió a quedarse a un paso de darle una alegría al Valencia, aunque esta vez con los papeles cambiados. Fue Diego López el que se quedó para recibir y Gayà el que se marchó a posición de remate. El envío del asturiano encontró el cabezazo del de Pedreguer, que ya se preparaba para celebrar el gol hasta que vio salir de la nada la mano de Joan García, que protagonizó, de nuevo, una parada digna de dibujos animados.

Los cambios de Corberán

Era el momento del Valencia y Corberán quiso poner más leña al fuego introduciendo a Pepelu y Fran Pérez, que fue un gran agitador del empate en Vallecas. En esta ocasión no tuvieron tanto efecto y, aunque el Valencia no dejó de intentarlo, el oficio de un equipo acostumbrado a defenderse como el Espanyol impuso su ley. Centros y centros que ya no encontraban rematador, disparos deviados de Rafa Mir y acciones de mérito de Joan García. Ese fue el resumen de un final de partido de pura impotencia para el conjunto de casa. Con el pitido final, un punto para el Valencia que, por mucho que alargue la racha sin perder a ocho partidos, deja a Mestalla con mal sabor de boca al haberse acostumbtado a sumar de tres en casa. El sueño europeo, por cierto, más lejos tras este frenazo. 

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