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El Álbum de Paco Lloret

Ochotorena, un coloso vestido de gris

La imagen legada por José Manuel Ochotorena se asocia al terno gris con el que debutó como valencianista en la campaña 88-89

Ochotorena, en una foto de archivo. La imagen está tomada en Oviedo. El partido corresponde a la temporada 89-90 y acabó con empate a cero.

Ochotorena, en una foto de archivo. La imagen está tomada en Oviedo. El partido corresponde a la temporada 89-90 y acabó con empate a cero. / Bernat Navarro Porter

Paco Lloret

Paco Lloret

Los grandes porteros quedan en la memoria colectiva asociados al color de las camisetas que lucieron en la mayoría de las ocasiones. El negro marcó tendencia durante décadas. Yashine, Maier, o Iríbar eran fieles a la sobriedad de este tono. Antes de la explosión cromática impulsada por las marcas comerciales, algunos se salieron del guión, como Gordon Banks, portero inglés en el Mundial del 66, con su pantalón blanco y suéter anaranjado. Incluso Sepp Maier apostó por el azul celeste en el campeonato organizado por su país en 1974. Fillol popularizó el verde con la albiceleste. Cuando apareció René Higuita en la pasarela, la elegancia pasó definitivamente a un segundo plano.

La imagen legada por José Manuel Ochotorena se asocia al terno gris con el que debutó como valencianista en la campaña 88-89. Una elección que conectaba con la distinguida figura del italiano Dino Zoff. El estreno de “Ochoto” en su nuevo club resultó inmejorable, se adaptó al entorno a las mil maravillas y ofreció un rendimiento excelente. Titular en las 38 jornadas ligueras, dejó la puerta a cero en 19. Aquel fue su mejor ejercicio. El equipo acabó tercero y se ganó el derecho a jugar en Europa. El portero de Hernani conquistó el trofeo Zamora.

Antes, en el Valencia, lo había obtenido Abelardo, enfundado en su legendaria camiseta naranja, talismán en la campaña 70-71. El siguiente de la lista fue Manzanedo, asociado a un verde intenso en la temporada 78-79, con un equipo que protagonizó una discreta Liga, pero que se adjudicó la Copa de forma apoteósica. En tiempos pretéritos, aparece el legendario Ignacio Eizaguirre, guipuzcoano como Ochotorena, dos veces mejor portero de la Liga.

Aquella era una época de jerséis de lana, gorras con visera, guantes y rodilleras. Su registro fue igualado por Santiago Cañizares en tiempos modernos. “Cañete”, referente y capitán del último gran Valencia, ya estuvo trabajando a diario en Paterna bajo la sabia dirección de Ochotorena, que aplicó toda la experiencia acumulada en la portería. No es de extrañar que la selección llamara a su puerta. Metódico y constante, el vasco formó parte del equipo dirigido por Luis Aragonés y posteriormente, por Vicente del Bosque.

Ochotorena, en una foto de archivo

Ochotorena, en una foto de archivo / Bernat Navarro Porter

La trayectoria de Ochotorena está enlazada a dos escenarios: Mestalla y el Santiago Bernabéu. Su primera aparición en el recinto valencianista fue con motivo de una eliminatoria de Copa que alzó una enorme expectación en la campaña 83-84. El Castilla de la Quinta del Buitre superó la eliminatoria tras vencer en casa por 3-2 a un Valencia que, por dos veces se había adelantado en el marcador, con goles de Kempes y Saura. En la vuelta, el “Matador” logró el primer tanto, pero el filial madridista consiguió el empate y la clasificación. Paquito fue destituido esa noche como entrenador. Roberto Gil tomó el relevo.

Dos años después, Ochotorena volvió a Mestalla como titular en el Real Madrid. Era la tarde del 5 de enero de 1986. Los reyes magos le trajeron una fractura en el tabique nasal como consecuencia de un aparatoso choque con Wilmar Cabrera a la salida de un córner. El lance le dejó fuera de combate durante varios meses. Una vez restablecido, apenas pudo entrar en el once. Buyo se había apropiado de la titularidad. Una realidad que se ratificó en las dos temporadas siguientes. El Valencia llamó a su puerta en el momento oportuno. Con Arturo Tuzón en la presidencia, Víctor Espárrago en el banquillo, se armó un equipo fiable para volver a estar arriba.

Todo salió a las mil maravillas y la guinda se puso en la jornada final en el Santiago Bernabéu, en un partido intrascendente. El Madrid era campeón y el Valencia tenía asegurado el tercer puesto. Ochotorena aspiraba a ganar el trofeo Zamora. Para ello debía mantener la portería imbatida o encajar un gol. Ese tanto llegó al cuarto de hora, así que desde el banquillo se procedió al relevo. Sempere ocupó su lugar y el vasco superó a su paisano Zubizarreta como mejor portero del torneo. En la siguiente temporada, el Valencia mejoró sus prestaciones y alcanzó el subcampeonato. Ochotorena, junto a Fernando y Quique, entró en la lista para acudir al Mundial de Italia.

En su tercera campaña, las cosas cambiaron. El equipo no respondió a los retos planteados y se quedó fuera de Europa tras una inesperada derrota en la última jornada. Tampoco aprovechó los cruces en la Copa para meterse en la final. Ochotorena siguió siendo el portero titular, aunque Sempere lo desbancó en la recta final del campeonato. Una expulsión en el Bernabéu, en abril del 91, significó su adiós a la Liga como valencianista. En el siguiente ejercicio, con Guus Hiddink, de entrenador, el portero de Torrellano actuó en todos los encuentros ligueros.

Ochotorena buscó nuevos destinos. En Tenerife coincidió con Valdano de entrenador durante un par de campañas. Posteriormente, recaló en el Logroñés, cuya columna vertebral había fichado por el Valencia en el verano del 94. Fue titular con los riojanos en Mestalla. El duelo se saldó con triunfo local por 3-0 y dos goles de Lubo Penev. Su último club fue el Racing de Santander, donde tuvo una presencia testimonial.

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