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A Contratiempo

El Valencia no existe, ha sido suplantado

Un momento del partido del sábado en el Santiago Bernabéu

Un momento del partido del sábado en el Santiago Bernabéu / Europa Press

Paco Lloret

Paco Lloret

El club, como tal, hace tiempo que no existe. Desapareció por obra y gracia de Meriton, con la inestimable ayuda de algunos cómplices cualificados en diversos ámbitos. Desde la política a la justicia, desde el periodismo a la grada. La tormenta perfecta. En Singapur lo tenían claro y ejecutaron con la frialdad acostumbrada su plan aquel inolvidable 11-S, mientras en Valencia se discutía si eran galgos o podencos, si se juega mejor con dos o tres centrales, nadie quería ver la profundidad del drama, no se atisbaba ni por aproximación la magnitud de lo que se nos venía encima. Una inmensa mayoría sigue en la inopia, no se entera de nada, prefiere vivir en una realidad paralela, confiada en que el murciélago remontará el vuelo y que la “directiva” fantasma va a tomar cartas en el asunto. Como el cupón de la ONCE, es la ilusión de todos los días. El Valencia responde a una ficción, su alma ya no reside en una afición exigente y contestataria, ha mutado en un engendro de voces calladas y estómagos agradecidos. El meritonismo ha suplantado al valencianismo. Una estafa de manual. Incluso, ya hay ultimado un colosal panteón para su sepultura en la avinguda de les Corts Valencianes.

La humillación del Bernabéu sacude conciencias. El esperpento de Madrid se pareció mucho al de Barcelona. El Valencia es el único equipo de primera división que no compite contra los dos imperios del campeonato. Puede que en su triste rendición haya implícito un remordimiento por lo que algún día fue, por el respeto que inspiraba en otros tiempos. Todos los rivales que le habían precedido esta temporada en el coliseo de la Castellana ofrecieron grandes dosis de resistencia y compitieron con dignidad, todos echaron mano de recursos para complicarle la vida al anfitrión. La estadística de resultados así lo atestigua. Apocado y sin recursos, miedoso e inofensivo, la tropa de Corberán se retrató como una conjunto débil y desnortado. Por encima del resultado, la imagen valencianista pone en entredicho al entrenador, que no ha repetido una alineación desde el arranque del campeonato. Las palabras posteriores del técnico sonaron a discurso impostado. Ahora se le plantea un dilema a Ron “tardanzas” Guerlay. El cónsul del accionista mayoritario se enfrenta a la adopción de medidas urgentes. Atentos a la pantalla.

Otra final en noviembre contra el Betis. El domingo, antes de un nuevo parón del campeonato, el Valencia recibe al Betis, un rival que el jueves hace frente a un compromiso continental. El recuerdo del duelo ante los verdiblancos de la pasada temporada por estas fechas nos evoca un torrente de emociones. Aquel triunfo se logró rodeado de unas circunstancias anímicas extraordinarias. Sin embargo, pese a ciertas similitudes por los resultados obtenidos y la pésima clasificación de los valencianistas entonces como ahora, esta vez el duelo adquiere una enorme trascendencia pero se sitúa en un contexto ambiental diferente. La docilidad de la grada de Mestalla y la necesidad de revertir la mala racha de resultados, unido a la dificultad de un rival, cuya plantilla es infinitamente superior a la local, sitúan el duelo en un escenario imprevisible, tanto dentro como fuera del terreno de juego, aunque el conformismo y la resignación llevan cartas ganadoras.

Saboteadores indignos. El homenaje unánime del deporte hacia las víctimas de la DANA tuvo una dolorosa excepción hace un año. El fútbol europeo honró la memoria de los fallecidos y damnificados con sentidos actos. Hubo prolegómenos repletos de emoción y respeto. Sin embargo, los seguidores del Maccabi de Tel Aviv, decidieron sabotear el preceptivo minuto de silencio en las gradas del estadio del Ajax de Ámsterdam con su comportamiento incívico y soez. Una muestra de pésima educación y de su sentido de la impunidad. Conviene recordarlo ahora, mientras los organizadores de las competiciones deportivas siguen sin decantarse sobre la exclusión de los equipos representantes de Israel, un estado que no respeta la ley ni el alto el fuego, y tampoco a los niños que han sido masacrados en los últimos días para vergüenza de la humanidad.

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