?Hortensia García / Valencia

Fotos: M. Molines / J. Aleixandre

La protección de la red acequias de la huerta valenciana no tiene rumbo claro. Mientras la Conselleria de Medio Ambiente intenta blindar las zonas agrícolas a través del Plan de Acción de la Huerta y la de Cultura tramita una protección de amplio espectro para las acequias y azudes de los municipios de Valencia, Paterna, Manises y Quart de Poblet, el ayuntamiento del "cap i casal" hace camino por el extremo opuesto. A medida que moderniza la red de saneamiento, "encoge" la red de acequias. De los 325 kilómetros de canalizaciones de origen medieval que recorrían el subsuelo de la ciudad hace 20 años sólo quedan activos 50 kilómetros.

Los expertos en ingeniería hidráulica que asesoran al consistorio apuntan que es necesario proteger las canalizaciones del medio rural, en especial, los azudes, partidores y molinos pero creen que no se puede aplicar un protección genérica porque hay acequias "urbanas" muy alteradas y sin valor histórico.

En este línea trabaja el Ayuntamiento de Valencia a través del Plan de Exclusión de Acequias de la Red de Saneamiento en el que se han "enterrado" más de 300 millones de euros. El plan ha supuesto la desconexión del 85% de las canalizaciones de riego que discurrían por el subsuelo de la ciudad buscando las huertas del borde urbano. En la actualidad, según la información a la que ha tenido acceso este diario, quedan en uso 50 kilómetros y el objetivo es reducir la red a 25 kilómetros, los necesarios para garantizar el abastecimiento hídrico a las 8.000 hectáreas de huerta que se protegen en la revisión del PGOU. Para un conocido experto en hidráulica de la Universidad Politécnica de Valencia éste "es el único modo de tener un saneamiento eficaz y una huerta en condiciones".

Eso sí hay antiguas acequias que son intocables. Como la de Rascanya, que "tendrá que mantenerse por fuerza en perfecto estado" a su paso por la ciudad porque riega la valiosa huerta de Alboraia.

El ayuntamiento sí quiere ir desconectando progresivamente los campos de cultivo aislados. "Hacer que el agua recorra ocho kilómetro para regar una hanegada de patatas en un campo de Serrería no tiene sentido", apunta el mismo experto. Las canalizaciones insostenibles se han desactivado progresivamente. Un ejemplo reciente es la desconexión de un ramal de la acequia de Tormos que atravesaba kilómetros por debajo de la ciudad para regar el huerto de un convento de clausura de Benicalap.

Para desconectar sin cortapisas las antiguas acequias, el Ayuntamiento de Valencia ha firmado un convenio con las comunidades de regantes del Turia, propietarias de toda la red, que supondrá un desembolso de 25 millones de euros. La Conselleria de Cultura se ha encontrado de frente con los regantes en la declaración como Bien de Relevancia de la red hidráulica de origen medieval de la ciudad. Los regantes recurrieron -y ganaron- la decisión ante el Tribunal Superior de Justicia alegando que las acequias son algo vivo y en uso que no pueden someterse a las estrictas directrices que rigen para los bienes protegidos. La conselleria ha reabierto el proceso a través del Consell de Cultura.

Las acequias urbanas -muchas fuera de uso y por ello foco de suciedad y roedores y causa de socavones- complican la ejecución de infraestructuras urbanas. Un caso conocido es el del túnel de Guillem de Castro cuya cota y trazado tuvieron que adaptarse al de la acequia de Rovella. La "joroba" del cajón de la acequia es perfectamente visible en el techo del túnel. Dicha acequia cruza también la gran vía Marqués del Turia. Las raices de los enormes ficus que hay junto al monumento de Teodoro Llorente son beneficiarias del agua que discurre por dicha canalización hasta la huerta ubicada frente a la Ciudad de las Ciencias, una de las que se protege en el PGOU.