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Salvador Broseta ya es oficialmente secretario general del PSPV de Valencia. La candidatura que lideraba, avalada por el secretario general del PSPV, Jorge Alarte, obtuvo ayer 140 de los 188 votos emitidos, un 74,4%; mientras que la alternativa, liderada por Pepe Reig y respaldada por la corriente Volem i Podem, recibió once votos.

Con todo, y pese al consenso en torno a Broseta con que el PSPV llegaba a la asamblea, destacó un 17,5% de los votos: los que abstuvieron (6) o votaron en blanco (27), lo que se interpreta por algunos dirigentes como un «voto de castigo». Y es que Broseta entradaba en la asamblea con la bendición de las familias y 186 votos asegurados —es decir, los delegados que le respaldaban—, mientras que «Volem i Podem» sólo contaba con tres.

«Ha habido un voto de castigo. De los que 33 que se han abstenido o votado en blanco; pero también los que han votado a Reig más allá de sus tres delegados», opinaba un dirigente, que apuntaba al sector lermista y la FSP como los descontentos. «Es un toque de atención a Alarte. Una forma de decirle que están molestos por la imposición aunque no quieran entrar en guerras», aclaraba.

Por lo demás, la mayoría de familias se daba por satisfecha con un resultado muy alejado de enfrentamientos pasados. La nueva ejecutiva de Valencia integra a todos los sectores, salvo «Volem i Podem», y supone una renovación, con caras nuevas y gente joven, aunque también incluye a referentes históricos del partido. Carmen Alborch, actual portavoz en el ayuntamiento, es la nueva presidenta de la formación. José Manuel García Duarte (sector lermista) será el vicesecretario general primero y Carlos García Triviño, afín a Rubio, el vicesecretario segundo, aunque estaba previsto que las posiciones fueran las inversas.

Además, Broseta incluye en su equipo dos fichajes del mundo académico, los profesores Josep Lluís Sirera y Manuel Sanchis Marco. El subdelegado del Gobierno, Luis Felipe Martínez, es otro de los incluidos. También aparece Antoni Pla Piera, representante del movimiento vecinal de Patraix. Benimaclet, por otro lado, aparece como una de las agrupaciones con más presencia, con seis de los 35 miembros en la ejecutiva.

De un modo u otro, la asamblea de ayer, celebrada bajo el lema «València, temps de canvi», cierra el proceso de reestructuración del partido, que pasa de 6 a 17 agrupaciones, ajustándose a los distritos electorales.

Ya como secretario general, Broseta defendió la «pluralidad» y el «espíritu crítico» del PSPV y se comprometió, como mensaje de consumo interno, a «escuchar» a los compañeros, sobre todo cuando haya «desacuerdos». Antes de eso, en el discurso de su candidatura, Broseta lanzó un mensaje en positivo, pidiendo al partido autocrítica, pero no ser «críticamente desoladores». También animó a la militancia a no interiorizar tópicos, como que «Valencia es de derechas»; y a terminar con un gobierno que es un «dinosaurio» —«lento, grande, torpe e ineficaz»— y manda «desde la caída del Muro».

Broseta presentó un modelo para Valencia basado en valores como la «igualdad, solidaridad con los más débiles» y donde el mercado y la ciudad «estén al servicio de las personas». «Terminar con este gobierno de grandes familias valencianas, de ricos para ricos», criticó.

Por su parte, la candidatura alternativa de Pepe Reig se dio por satisfecha con el resultado. «Queríamos llevar nuestra crítica al proceso interno hasta la misma asamblea y lo hemos hecho. Debemos conectar con los movimientos ciudadanos críticos y democratizar el partido. El resultado es positivo porque nos enfrentábamos al aparato y aun pacto soterrado entre familias. Entrábamos con tres delegados y obtuvimos 11 votos», resumía el candidato Pepe Reig.