El misterio historiográfico del segundo baluarte del Grao ya tiene respuesta. Según el investigador y profesor de geografía de la Universitat de València Josep Vicent Boira la fortificación existió, aunque tuvo una vida efímera, apenas 40 años. Así lo probaría el primer plano de la construcción defensiva (que ilustra esta información) realizado por Leonardo de Ferrari e incluido en el Atlas del Marqués de Heliche (1655), cuyo original está depositado en el Archivo Militar de Estocolmo.

El nuevo "fuerte" del Grao, para el que se barajan dos posibles ubicaciones -al norte (frente al Cabanyal) o al sur (frente a Natzaret)-, debía ser más grande y potente que el viejo baluarte de origen medieval existente en el Grao. De esta construcción sí que hay numerosas evidencias históricas porque se conservó hasta el siglo XIX. Sus ruinas estarían hoy debajo de la rotonda del final de la avenida del Puerto, justo en la zona del circuito urbano de F-1.

Sin embargo, la nueva fortificación se construyó demasiado cerca de la playa y a los 40 años las olas y la dinámica litoral la habían engullido. El plano localizado por Boira es una recreación "bastante libre" del fuerte. Ferrari lo dibuja como una construcción de planta pentagonal estrellada de grandes dimensiones.

El Atlas del Marqués de Heliche, que incluye 131 planos de las ciudades fortificadas de España, Italia, Flandes y las Indias que marcaban las fronteras del Imperio Español, fue reeditado en versión moderna en 2004 por la Junta de Extremadura y la editorial 4 Gatos. Para Boira, este plano inédito -sobre cuya pista le puso otro investigador- da sentido a algunos escritos históricos que hablan de la existencia de la nueva fortificación. Hasta ahora sólo había "vagas referencias" de la construcción, explicó a este diario Boira, que mañana ofrecerá una conferencia sobre el hallazgo en el ciclo de conferencias "Historia de la Ciudad" organizado por el Colegio de Arquitectos de Valencia.

Según ha podido documentar el profesor de la UV, la primera piedra del baluarte nuevo, al que se le puso el nombre de San Vicente Ferrer, la colocó el arzobispo Aliaga en agosto de 1644. Así lo recoge el dominico e historiador Josep Vicent Teixidor en su obra Antigüedades de Valencia (1767). El fuerte "se hizo para que por esta parte estuviera defendida la ciudad de la Armada Francesa por estar este reino tan vecino por mar y por tierra a Cataluña, en el cual el francés va ganando plazas".

Boira ha encontrado otra referencia anterior del segundo baluarte en los escritos de 1686 de Tomás Güelda, el autor del primer puerto de Valencia, cuyos restos arqueológicos fueron encontrados durante las obras de un aparcamiento en la calle J.J Dómine. El ingeniero cita en sus escritos del proyecto de construcción del puerto del Grao la existencia de un baluarte "atacado por las olas". Güelda relata que la fuerte dinámica litoral de norte a sur de la costa valenciana "ha causado este efecto en las ruinas s del baluarte, cuya fábrica se empezó muy apartada del mar y hoy se halla dentro de él".

Para Boira el plano demostraría que efectivamente existió otro baluarte durante el siglo XVII, que fue abandonado por motivos ambientales o de alteración de la línea costera. Aunque la de Ferrari fuese una recreación idealizada del fuerte demuestra la "vocación de protección militar que siempre ha jugado el Grao en relación a la ciudad de Valencia".

Restos ocultos bajo

la rotonda del puerto

Leonardo de Ferrari también hizo el plano del primer baluarte del Grao y lo incluyó, con el título "Reducto viejo del Grao", en el Atlas del Marqués de Heliche, hombre de confianza del rey Felipe IV. El dibujo de la planta de esta fortificación, cuyas ruinas se han situado debajo de la rotonda del final de la avenida del Puerto, se ajustaría más a la realidad. Su forma es cuadrangular -aunque no aparecen las dos torres semicirculares del flanco recayente al mar- y sus dimensiones (30 metros medidos en pies de Brabante) coinciden con un detallado trabajo posterior, de 1722, del baluarte "vell" de Nicolás Bodis.